En una noche cargada de pasión y fútbol vibrante en el Hard Rock Stadium de Miami, Boca Juniors plantó cara al coloso europeo Bayern Múnich, pero terminó cayendo por 2-1 en un encuentro que quedará grabado en la memoria de los hinchas xeneizes.
Pese a la derrota, el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo demostró garra, corazón y un nivel de juego que puso en aprietos a uno de los grandes favoritos del FIFA Club World Cup 2025, dejando en claro que el espíritu de La Bombonera viajó más de 7.000 kilómetros para hacerse sentir en suelo estadounidense.
Desde el inicio, Bayern Múnich impuso su jerarquía. Con un dominio abrumador en la posesión y un ritmo vertiginoso, los bávaros se adelantaron en el marcador a los 18 minutos con un gol de Harry Kane, quien capitalizó un rebote en el área para batir a Sergio Marchesín. El tanto tempranero parecía presagiar una noche complicada para Boca, que enfrentaba no solo al poderío alemán, sino también las bajas sensibles de Ander Herrera y Nicolás Figal, suspendidos tras el choque ante Benfica. Sin embargo, lejos de rendirse, el equipo argentino resistió con orden táctico y una defensa que estuvo a la altura manteniendo a raya a las estrellas del Bayern durante gran parte del primer tiempo.
El segundo tiempo fue un espectáculo de entrega y rebeldía por parte de Boca Juniors. Cuando todo parecía cuesta arriba, apareció la magia de Miguel Merentiel, quien, con una definición brillante tras una jugada individual, igualó el marcador a los 65 minutos, desatando la euforia de los miles de hinchas xeneizes que convirtieron el estadio en una extensión de La Bombonera. El gol, una obra de arte, no solo equilibró el encuentro, sino que encendió las esperanzas de un equipo que, con el ingreso de jugadores como Milton Giménez y Williams Alarcón, buscó dar el golpe ante un Bayern sorprendido por la intensidad sudamericana.
Pero la calidad del Bayern, liderada por un Michael Olise inspirado, terminó inclinando la balanza. A los 84 minutos, el exjugador de Crystal Palace aprovechó un pase de Kane para definir con frialdad desde el borde del área, sellando el 2-1 definitivo. A pesar de los esfuerzos finales de Boca, que nunca bajó los brazos, el tiempo no alcanzó para revertir el resultado.
El partido dejó varias postales para el orgullo xeneize. La entrega de jugadores como Rodrigo Battaglia, la calidad de Kevin Zenón y la solidez de Marchesín en el arco mostraron que Boca está para competir de igual a igual contra los gigantes del fútbol mundial. La hinchada, un capítulo aparte, transformó Miami en un carnaval azul y oro, con cánticos y banderas que recordaron por qué Boca es sinónimo de pasión.
Aunque la derrota complica las chances de clasificación de Boca, que ahora deberá golear a Auckland City y esperar otros resultados, el equipo se retira con la frente en alto. Este no fue solo un partido, fue una demostración de que el fútbol argentino, con su garra y su mística, puede mirar a los ojos a cualquier potencia. Como dijo Russo tras el encuentro: “Hay cosas que me gustaron mucho, competimos contra lo mejor del mundo”. Boca Juniors, fiel a su historia, peleó hasta el final.
El camino en el Mundial de Clubes continúa, y si algo dejó claro este Boca es que, pase lo que pase, siempre dará pelea.
