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Balance deportivo negativo

River cerró un 2025 decepcionante pese a la fuerte inversión

El millonario gasto en refuerzos, el segundo ciclo completo de Marcelo Gallardo y los objetivos internacionales no se tradujeron en resultados.

River cerró un 2025 decepcionante pese a la fuerte inversión

River Plate finalizó el 2025 con un saldo deportivo adverso que contrastó de manera directa con la ambiciosa planificación económica encarada durante la temporada. A pesar de haber invertido una cifra millonaria en refuerzos y de contar con un segundo ciclo completo de Marcelo Gallardo como entrenador, el equipo no logró títulos internacionales ni la clasificación a la Copa Libertadores 2026, objetivo central para un club de su historia y exigencia.

El año estuvo marcado por una contradicción constante entre la inversión realizada y el rendimiento dentro del campo de juego. A lo largo de tres mercados de pases, la dirigencia destinó cerca de 74 millones de dólares para potenciar un plantel pensado para competir al máximo nivel continental. Sin embargo, la jerarquía buscada no se reflejó de manera sostenida en el funcionamiento colectivo ni en la incidencia individual de varios refuerzos.

El primer golpe fuerte llegó en la Copa Libertadores, el gran anhelo de la temporada. River quedó eliminado en los cuartos de final frente a Palmeiras, en una serie que expuso problemas defensivos recurrentes y una preocupante falta de eficacia en ataque. La caída no solo significó la despedida temprana del máximo certamen continental, sino que además condicionó anímicamente el resto del calendario.

Lejos de recomponerse, el equipo tampoco logró estar a la altura en el Mundial de Clubes FIFA. La participación internacional se cerró en la fase de grupos, tras enfrentar a Urawa Red Diamonds, Inter de Italia y Monterrey de México. El rendimiento estuvo por debajo de las expectativas, especialmente si se tiene en cuenta la experiencia y el recorrido internacional de gran parte del plantel.

Con el plano internacional ya descartado, la Copa Argentina apareció como una posibilidad concreta de salvar el año. Sin embargo, los mismos problemas volvieron a repetirse. River fue eliminado por Independiente Rivadavia en una definición por penales en instancias decisivas, quedando nuevamente al margen de un torneo que suele presentarse como una vía alternativa para asegurar objetivos deportivos y clasificación internacional.

El cierre del Torneo Clausura terminó de profundizar el clima de frustración. La derrota 2-0 frente a Boca Juniors en el Superclásico no solo significó otro golpe anímico, sino que además permitió que el rival histórico asegurara su lugar en la Copa Libertadores 2026. River quedó así atado a resultados ajenos, con un margen mínimo para mantener alguna esperanza continental.

La posterior caída de Boca ante Racing Club terminó de sepultar cualquier posibilidad de repechaje para el conjunto de Núñez. De esta manera, el club afrontará la próxima temporada sin disputar la Libertadores y con la Copa CONMEBOL Sudamericana como principal desafío internacional, un certamen que supo conquistar en 2014 pero que está lejos del objetivo prioritario de la institución.

El único logro del año fue la obtención de la Súper Copa Internacional, ganada en marzo tras vencer por penales a Talleres de Córdoba. Aquel título generó ilusión en el inicio de la temporada, aunque con el correr de los meses quedó como un logro aislado dentro de un calendario dominado por eliminaciones y resultados que no acompañaron el proyecto deportivo.

En el plano institucional, el final de la gestión encabezada por Jorge Brito dejó un balance dividido. Mientras que fuera del campo se consolidaron avances en infraestructura, orden financiero y posicionamiento de marca, dentro del terreno de juego los principales objetivos no fueron alcanzados, generando cuestionamientos sobre la relación entre inversión y resultados.

Con el cambio de autoridades, Stefano Di Carlo asumió la presidencia con un discurso centrado en la necesidad de recuperar competitividad deportiva. En sus primeras decisiones impulsó una reestructuración contractual que busca vincular salarios, continuidad y compromiso con el rendimiento, marcando un giro respecto a la etapa anterior.

Pensando en el 2026, River comenzó a moverse en uno de los sectores más cuestionados del último año: el mediocampo. Las incorporaciones de Aníbal Moreno, por una cifra cercana a los 7 millones de dólares, y Fausto Vera, a préstamo, representan las primeras apuestas del nuevo ciclo que seguirá teniendo a Gallardo como eje del proyecto.

El escenario que se abre es el de una transición obligada. La historia y la exigencia del club no permiten procesos largos sin resultados, por lo que la necesidad de respuesta será inmediata. Tras un 2025 que dejó más preguntas que certezas, River inicia una nueva etapa con la obligación de reconstruir su identidad futbolística y volver a ser protagonista en el plano internacional.


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