Rusia ejecutó durante la noche y madrugada un ataque masivo con misiles hipersónicos Kinzhal contra Ucrania, afectando principalmente instalaciones industriales y energéticas. La ofensiva, presentada por Moscú como represalia ante recientes ataques ucranianos, provocó cortes de electricidad y dejó varios civiles heridos.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, denunció que los bombardeos dañaron más de una docena de objetivos civiles y advirtió que buscan infligir “el máximo dolor” a la población. Odessa fue una de las ciudades más afectadas, con incendios y daños en edificios administrativos y plantas energéticas. Al menos cuatro personas resultaron heridas y miles de habitantes quedaron sin acceso a servicios esenciales como agua, calefacción y transporte público.
En paralelo, Ucrania intensifica sus ataques con drones en territorio ruso. Este sábado, un ataque en Saratov provocó la muerte de dos personas y daños en varios edificios residenciales. Kiev asegura que apunta a infraestructuras militares y energéticas, mientras Moscú los califica de agresiones contra la población civil.
Estados Unidos mantiene gestiones diplomáticas con ambos países para frenar la escalada del conflicto, que desde la invasión rusa en febrero de 2022 ha alterado profundamente la vida cotidiana en Ucrania. Los ataques recientes muestran la vulnerabilidad de la infraestructura crítica y el alto costo humanitario del conflicto, mientras la guerra tecnológica y convencional sigue intensificándose.
