Un terremoto de magnitud 6,9 sacudió este sábado por la noche la región central de Filipinas, con epicentro cerca de la ciudad de Bogo, en la provincia de Cebú. El movimiento provocó daños en infraestructuras clave y obligó a activar una alerta preventiva por posible tsunami, principalmente en las zonas costeras de Cebú, Leyte y Biliran.
El temblor se registró a las 21:59 hora local, con una profundidad de 10 kilómetros, y fue seguido por varias réplicas de hasta 5,1 grados. Las autoridades recomendaron a la población alejarse de las playas y trasladarse a zonas más elevadas por precaución. Las escenas de evacuación circularon rápidamente en redes sociales, con familias abandonando sus hogares durante la noche.
En la isla de Bantayan, se reportó el colapso de un edificio escolar, mientras que puentes y carreteras de la zona están siendo inspeccionados por posibles daños estructurales. Por el momento no se informaron víctimas fatales, pero continúan las tareas de relevamiento.
El evento se enmarca en la intensa actividad sísmica del llamado “Anillo de Fuego del Pacífico”, una zona donde ocurren miles de sismos al año. Casi en paralelo, otro terremoto de magnitud 6 se registró en la isla de Java, Indonesia, aunque sin reportes de daños.
Este tipo de fenómenos vuelve a poner en foco la importancia de la prevención y los protocolos de emergencia. En Salta y el noroeste argentino, donde también se registran sismos —aunque con menor frecuencia—, las experiencias internacionales sirven de ejemplo para reforzar la preparación ante desastres naturales.
Las autoridades filipinas continúan monitoreando la situación y piden a la población mantenerse informada a través de canales oficiales, evitar la circulación de rumores y tener a mano una mochila de emergencia ante posibles nuevas réplicas.
