En el mágico mundo del peronismo, donde la honestidad brilla por su ausencia, el gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, fue víctima de un hurto que parece sacado de una comedia barata.
Mientras el hombre se paseaba en un acto en La Cocha, saludando a la fauna militante con esa sonrisa de campaña, una avispada puntera del oficialismo —¡sí, del mismísimo peronismo!—, metió la mano en su bolsillo y le birló el celular. Porque, claro, en el universo peronista, si no te chorean en la calle, te chorean desde el Estado, pero chorear es la consigna.
El pobre Jaldo, que seguro estaba soñando con su próxima foto épica para Instagram, se dio cuenta del faltazo al subirse a su camioneta. ¡Pánico en el equipo! Rápido, como en una película de detectives de bajo presupuesto, revisaron las fotos del evento y ¡bingo! Ahí estaba la ladrona, una militante con el brazo más largo que sus antecedentes, pescada in fraganti. La fueron a buscar a su casa en Los Pizarro, donde, sorpresa sorpresa, tenía el celular del gobernador. ¡Qué descaro! Pero, tranquilos, que la puntera no tiene antecedentes… o al menos eso dicen, porque en el peronismo los antecedentes se borran más rápido que los fondos públicos.
La Policía, con esa eficiencia que solo aparece cuando el jefe se queja, recuperó el teléfono en una hora y la ladrona quedó detenida. Ahora, la Fiscalía de Fabián Assad decidirá qué hacer con esta joyita del oficialismo, mientras todos se preguntan si esto no será otro capítulo de las internas peronistas, donde el choreo es solo una forma más de hacer política. Por las dudas, Jaldo dio de baja la línea, no sea cosa que la puntera ya hubiera subido sus selfies a TikTok.
En fin, una historia más que demuestra que en el peronismo, si no estás choreando, no estás militando. ¡Aplausos para Tucumán, donde hasta el celular del gobernador es botín de la lealtad peronista!
