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TERRIBLE

Mataron a su bebé, sospechó de la niñera, pero un perturbador detalle la condujo hacia un asesino inesperado

Pedro tenía tres meses y vivía en Río Cuarto -Córdoba- junto a sus padres y una hermanita. Murió en agosto de 2017 y la Justicia determinó que se trató de un caso del Síndrome del Bebé Sacudido.

Mataron a su bebé, sospechó de la niñera, pero un perturbador detalle la condujo hacia un asesino inesperado

La tarde del 22 de agosto de 2017, un llamado interrumpió la rutina habitual de Lucrecia Piñeiro. Pensaba volver a su casa y reencontrarse con Pedro, de apenas tres meses, cuando una voz en la otra línea reclamó su presencia urgente en la guardia del Hospital de Río Cuarto. El bebé había muerto.

“Mi hijo era sano y estaba súper controlado. Nunca creí que pudiera haber sido una muerte natural”, cuenta la mamá. Esa sospecha comenzó a invadirla en medio del trance, cuando todavía trataba de asimilar lo ocurrido. Entonces, una asistente social del centro de salud les informó a Lucrecia y a su expareja, Gonzalo Gambero, que Pedrito presentaba signos de violencia y que debían denunciarlo a la Policía.

“Nos dijo que mi hijo tenía el ‘Síndrome del Bebé Sacudido’”, menciona Lucrecia. El cuerpito del bebé no presentaba golpes externos y los diagnósticos iniciales sugerían una posible muerte súbita, lo cual fue descartado a partir de estudios que determinaron la presencia de un hematoma subdural, edema cerebral y hemorragia de retina en ambos ojos.

Los músculos del cuello del bebé son débiles y la cabeza es grande y pesada. Cuando una criatura es sacudida violentamente, su cerebro puede saltar para adelante y para atrás dentro del cráneo y sufrir contusiones, hinchazón y hemorragia, provocándole daños cerebrales graves de forma permanente o, incluso, la muerte.

El Síndrome del Bebé Sacudido (SBS) suele aparecer cuando la persona encargada de cuidarlo se altera, pierde el control y lo sacude de manera violenta al escucharlo llorar. Aquella tarde, Pedro se había quedado con su padre. El hombre se percató de que el bebé estaba desvanecido y con los labios morados. Lo cargó en brazos y corrió al hospital, donde los médicos no pudieron salvarlo.

Además del padre y la madre, una tercera persona solía pasar tiempo con el bebé: la niñera. “Al principio yo estaba totalmente shockeada. No podía pensar. Y lo primero que sospeché fue que había sido ella, porque no me entraba en la cabeza que hubiese sido el padre”, sitúa Lucrecia, y agrega: “Con él ya nos veníamos llevando mal. No fui víctima de violencia (física), aunque sí me manipulaba con el dinero”.


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