En un operativo relámpago durante la madrugada del 27 de mayo, efectivos de Gendarmería Nacional tomaron el control del ingreso a Finca Karina, un predio señalado como epicentro de una “aduana paralela” en la frontera entre Argentina y Bolivia.
La intervención, que incluyó disparos preventivos de arma de fuego según fuentes extraoficiales, desbarató un paso clandestino utilizado para el contrabando de hoja de coca, vehículos robados y estupefacientes. Horas después, la actividad comercial y laboral retornó con fuerza a la localidad de Aguas Blancas, aunque la tensión persiste en la zona.
El despliegue comenzó en las primeras horas del día, cuando decenas de gendarmes se apostaron en la Ruta Nacional 50, bloqueando el acceso de vehículos y personas al predio. Según Adrián Zigarán, interventor municipal de Aguas Blancas, Finca Karina operaba como un corredor ilegal ininterrumpido, manejado presuntamente por una ciudadana boliviana. “Por este paso se mueven hasta 3 millones de dólares en mercadería sin control alguno. Hace un mes advertí a Nación sobre este descontrol, pero no hubo respuesta. Esto va a generar problemas”, afirmó Zigarán en diálogo con este medio.
La intervención no estuvo exenta de controversia. Fuentes reportaron disparos de advertencia durante el operativo, aunque Gendarmería no emitió información oficial al respecto. En paralelo, un operativo contra actividades ilícitas se extendió hacia la zona conocida como “las llayas”, mientras en Aguas Blancas los trabajadores fronterizos retomaron su rutina, evidenciando una intensa actividad comercial tras el cierre del paso clandestino.
En las redes sociales, sin embargo, el operativo generó reacciones encontradas. Mientras algunos celebran el intento de ordenar el comercio fronterizo, los bagayeros, cuya economía depende de estas actividades informales, ven amenazados sus ingresos. La mayoría de estos trabajadores operan en negro, moviendo bienes a diario en una frontera que vive del tráfico constante de mercaderías.
La presencia de Prefectura Naval en la zona, reforzando un alambrado instalado hace apenas diez días, agrega otro elemento de tensión. Las autoridades aún no han establecido un sistema formal de tránsito para bagayeros y carreros, lo que podría exacerbar el conflicto en los próximos días. La frontera entre Argentina y Bolivia, históricamente marcada por disputas comerciales y pasos ilegales, vuelve a ser escenario de un pulso entre el control estatal y la economía informal que sostiene a cientos de familias en Aguas Blancas.
