La decisión de Mondelez de suspender a 2.300 trabajadores y detener por completo la producción en su planta de Pacheco encendió un fuerte alerta en la industria alimentaria argentina. El freno, que se extenderá por 21 días, fue explicado por la empresa como una medida de reorganización operativa frente a la abrupta baja del consumo y la acumulación de stock que volvió inviable sostener el ritmo habitual de actividad.
La noticia cayó de golpe entre los empleados, que recibieron la comunicación formal sin demasiados detalles sobre lo que ocurrirá tras el 4 de enero, fecha prevista para retomar las tareas. Aunque la firma aseguró que no habrá despidos ni recortes salariales inmediatos, la incertidumbre domina el clima interno y multiplicó las asambleas entre los distintos turnos de trabajo.
La planta de Pacheco es una de las más importantes del país en la elaboración de galletitas, golosinas y snacks, y fabrica marcas emblemáticas como Oreo, Terrabusi y Milka. Su parate implica un recorte significativo dentro del sector, que ya venía operando con dificultades por la caída sostenida del consumo masivo a lo largo del año. Según datos del personal, la fábrica venía registrando una reducción marcada en la demanda, incluso con la incorporación de nuevos productos.
El exceso de stock fue otro de los factores decisivos. Los depósitos se habían colmado en los últimos meses, lo que obligó a la compañía a frenar las líneas y aprovechar este período para realizar tareas de mantenimiento. Aunque la suspensión fue acordada con el sindicato y la comisión interna, referentes gremiales señalan que no se veía una medida de esta magnitud desde principios de los 2000.
La preocupación no se limita únicamente al futuro de los empleados. El parate afecta también a transportistas, proveedores y comercios que forman parte de la cadena de distribución. Para muchos actores del sector, la medida es una señal más del momento delicado que atraviesa la industria alimentaria, que viene perdiendo volumen de ventas en un mercado interno golpeado por la pérdida de poder adquisitivo.
Durante este período, las autoridades locales se mantienen en contacto con la empresa para monitorear la situación, aunque por ahora no se anticipan decisiones más drásticas. Todo dependerá de cómo evolucione el consumo durante el arranque del próximo año, un factor clave para determinar si la planta podrá retomar la actividad plena o si será necesario extender el ajuste.
Por lo pronto, la suspensión de Mondelez se convertido en un termómetro del estado actual del sector. Con la producción frenada, miles de trabajadores a la espera y un mercado interno retraído, el regreso después del 4 de enero será determinante para entender si se trata de un parate coyuntural o del comienzo de un proceso de reacomodamiento más profundo dentro de la industria alimentaria argentina.