Gil Pereg, el israelí que fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de su madre y de su tía en enero de 2019, murió en las últimas horas de este domingo tras haberse descompensado en el Hospital El Sauce de Guaymallén.
El "hombre gato" se encontraba cumpliendo su pena en el hospital desde el año 2020, se descompensó durante este domingo y fue asistido por los profesionales del nosocomio, pero no lograron reanimarlo.
Si bien no se encontraron signos de violencia a simple vista, la fiscal de Homicidios Andrea Lazo abrió una investigación de rigor y el resultado de la autopsia será clave para determinar cuál fue la causa de la muerte del doble asesino.
El juicio y la condena contra Gil Pereg
Gil Pereg fue declarado culpable el 3 de noviembre de 2021 por el asesinato de su madre, Phirya Saroussy, y de su tía, Lily Pereg, ambas israelíes, en enero del 2019 en Mendoza. El hombre fue hallado responsable del "homicidio agravado por el vínculo" por la muerte de su mamá, y del "homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego" por el crimen de su tía.
El doble femicidio del “hombre gato”
En enero de 2019, Pyrhia Saroussy y Lily Pereg llegaron a Mendoza para visitar a Pereg, que vivía en un predio con una casa muy precaria que estaba llena de gatos y algunos perros en estado de abandono.
Las hermanas israelíes fueron vistas con vida por última vez el 12 de ese mes en ese domicilio, situado en la calle Roca al 6000 de Guaymallén, y 14 días después, la Policía Científica encontró sus cuerpos mutilados y tapados con piedras y tierra en un sector del mismo terreno.
Tras ser descubierto el doble crimen, Gil Pereg quedó detenido y durante su estadía en la cárcel mostró comportamientos extraños y aseguró ser “un gato”, lo que reiteró en diversas oportunidades y audiencias en las que, incluso, comenzó a maullar frente a los magistrados.
“Ella está viva, no sé qué encontraron o no. Yo sé que está viva”, sostuvo en relación a su madre Gil Pereg en sus últimas palabras en el juicio que lo condenó. Y reafirmó: “Es mi vida. Jamás podría vivir sin madre. Yo vivía gracias a ella. Ella me enviaba dinero para poder sobrevivir. No tengo cómo vivir sin ella”.
Pero ni sus palabras ni sus maullidos fueron suficientes para convencer a nadie y horas después la Justicia decidió “imponer la pena de prisión perpetua con costas como autor penalmente responsable del delito de homicidio agravado por el vínculo en concurso real con homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego”.
La magistrada Laura Guajardo sostuvo que el doble crimen se trató de un “asesinato despiadado” por el cual el agresor tuvo “plena conciencia de la criminalidad de sus actos”.