Las pastas, ese alimento básico y versátil que ha sido un pilar en las mesas alrededor del mundo, a menudo se encuentran en el centro del debate sobre la alimentación saludable.
Tradicionalmente elaboradas de trigo duro, agua o huevos, las pastas se presentan en una rica variedad de formas y sabores, desde espaguetis hasta ravioles. Pero, ¿son realmente las pastas enemigas de la salud?
Los expertos en nutrición tienen una respuesta clara: la pasta puede ser parte de una dieta equilibrada y saludable. Según Lisa Valente, columnista de EatingWell y editora de nutrición en Healthline.com, no hay razón para excluir la pasta de nuestra dieta.
De hecho, ella recomienda integrarlo de manera balanceada, enriqueciéndose con verduras y proteínas para aumentar su contenido de fibra y nutrientes.
La pasta, especialmente la integral, es una fuente de carbohidratos complejos, fibra y vitaminas del grupo B. Estos nutrientes son esenciales para mantener un buen nivel de energía y una digestión saludable.
Además, la pasta integral tiene un índice glucémico más bajo, lo que significa que su consumo no provoca picos bruscos de azúcar en sangre, siendo así una opción adecuada para personas con diabetes o aquellos que buscan controlar su peso.
Un estudio reciente incluso sugiere que la pasta no está asociada con el aumento de peso corporal o la obesidad abdominal, y podría estar inversamente relacionada con el Índice de Masa Corporal (IMC). Esto desmiente la creencia popular de que la pasta es un alimento que engorda.
Sin embargo, no todas las pastas son iguales. Las elaboradas con harinas refinadas tienen un mayor índice glucémico y, por lo tanto, no son tan recomendables desde el punto de vista nutricional y de riesgo cardiovascular.
Por otro lado, las pastas hechas a partir de legumbres como habas o lentejas son más nutritivas y una excelente alternativa para aquellos que buscan opciones más saludables.
