La localidad de Morillo, en el norte de Salta, atraviesa un momento alarmante. Adolescentes de entre 14 y 20 años están recurriendo al consumo de sustancias altamente peligrosas como nafta y alcohol etílico, generando no solo preocupación en las familias, sino también una fuerte respuesta institucional.
El interventor municipal, Marcelo Cordova, confirmó que al menos 20 adolescentes ya fueron identificados con consumos problemáticos, aunque se estima que el número real podría ser mucho mayor. A su vez, unas 120 familias (aproximadamente el 5% de la población local) están afectadas directa o indirectamente por este flagelo.
Según los testimonios recogidos en una reciente reunión interinstitucional, los jóvenes obtienen la nafta de forma alarmantemente sencilla: robándola de los tanques de las motos de sus propias casas o vecinos. La inhalación de este combustible —altamente tóxico— genera efectos eufóricos temporales pero con consecuencias neurológicas severas.
El caso del alcohol etílico no es menos preocupante. En la localidad, adolescentes estarían mezclándolo con jugos u otras bebidas, lo que produce desinhibición, pérdida de control y en muchos casos, episodios de violencia. “Es un problema serio. Hay situaciones muy delicadas, incluso en ambientes familiares”, señaló Cordova.
El diagnóstico de esta compleja situación no llegó de un solo sector. En Morillo, referentes de salud, educación, la policía y representantes de comunidades originarias se reunieron para trazar un plan conjunto. La idea: atacar el problema desde varios frentes al mismo tiempo.
El punto de partida es claro: se necesita actuar con urgencia, pero también con profundidad. “Estamos trabajando en una estrategia con etapas bien marcadas: desde la contención inmediata hasta el control de venta de sustancias”, explicó el interventor.