Este lunes apareció flotando un enorme cetáceo en el río Paraná, justamente frente a Zárate. Se trata del tercer caso registrado en menos de quince días: los dos anteriores ocurrieron el 9 de julio en Vicente López y el 14 de julio en la Costanera Norte porteña.
El mamífero, de unos 10 metros de largo, presenta un avanzado estado de descomposición y podría tratarse de una ballena jorobada. Participan Prefectura Naval, Dirección Nacional de Fauna Silvestre y especialistas del Conicet para determinar si la muerte se debió a una colisión, enfermedad o desvío en su ruta migratoria.
Según expertos, el cetáceo habría recorrido más de 19 horas en agua dulce desde el mar. Un trayecto excepcional para una ballena jorobada y que pone en evidencia lo inusual de esta secuencia de hallazgos.
¿Por qué están pasando estas apariciones?
En el último mes se disparó la preocupación por la aparición sucesiva de ballenas muertas en aguas internas. Las teorías principales en discusión son:
- Colisión con embarcaciones: marcas halladas en otros cuerpos sugieren posibles golpes con buques de gran porte.
- Desorden migratorio o tormentas: muchos cetáceos juveniles se desorientan durante fuertes eventos climáticos o por debilidad.
- Problemas de salud interna: patógenos, intoxicaciones o intoxicaciones por agua dulce prolongada podrían estar detrás.
Desde que fue visto, Prefectura mantiene un perímetro de seguridad mientras espera peritajes para definir la forma de retirar el cuerpo, evitando riesgos sanitarios. El plan podría incluir remolcarlo hacia mar adentro o dejarlo en un banco de arena para su degradación controlada.
Con los cuerpos en poder de autoridades y especialistas, se aguardan resultados de necropsias y análisis para saber si existe un patrón común: enfermedad, colisiones, toxicidad… o una combinación.
