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Un alud sorprendió a la escuela de Pascha y expuso graves fallas en un edificio construido hace apenas 10 años

Dieciséis alumnos quedaron aislados durante la madrugada tras el ingreso de barro a la escuela albergue de Pascha, en la Quebrada del Toro.

Un alud sorprendió a la escuela de Pascha y expuso graves fallas en un edificio construido hace apenas 10 años

La tranquilidad de la madrugada se vio abruptamente interrumpida en el paraje Pascha, un pequeño asentamiento ubicado más allá de la Quebrada del Toro, en pleno departamento Rosario de Lerma. Un alud de barro, desencadenado por las intensas lluvias que cayeron en las altas cumbres, avanzó lentamente desde una de las laderas del cerro Pacha hasta impactar de lleno contra la escuela albergue del lugar. El episodio ocurrió cerca de la 1 de la mañana del miércoles y volvió a exponer un problema que los docentes y vecinos vienen denunciando desde hace años: las graves fallas estructurales que presenta un edificio que, aunque fue construido hace apenas una década, no está preparado para resistir las condiciones extremas de la precordillera salteña.

El deslizamiento, compuesto por agua, barro y material fino, descendió por el camino de acceso al paraje y terminó bloqueando una de las puertas principales de la escuela. En el frente, el lodo alcanzó unos 20 centímetros de altura, mientras que en los laterales llegó a medir cerca de un metro. La acumulación fue tan repentina que sorprendió a todos los presentes, en especial a los 16 alumnos albergados que se encontraban descansando en el establecimiento. Afortunadamente, ningún chico resultó herido, aunque parte del barro llegó a ingresar al interior del edificio, complicando el desplazamiento y obligando a los docentes a organizar una rápida contención.

La escuela funciona como albergue debido a la enorme distancia que separa a los alumnos de sus hogares. De los 16 estudiantes, once permanecen en el lugar de lunes a viernes porque viven a más de cuatro y seis horas de camino entre cerros, sendas de cornisa y trayectos que se tornan intransitables en temporada de lluvias. Esta modalidad, habitual en muchas instituciones rurales de la provincia, hace que cualquier emergencia tenga un impacto adicional en la vida cotidiana de los chicos y del personal docente. La vulnerabilidad de un edificio que debería ser un espacio seguro se vuelve, entonces, una preocupación constante para quienes sostienen la escolaridad en estas zonas alejadas.

El caso de Pascha, lamentablemente, no es nuevo en la agenda educativa de Salta. El edificio, construido en 2015 y nunca inaugurado de manera formal, presenta grietas, fisuras y problemas evidentes en su estructura, principalmente en la losa del techo. A pesar de su relativa modernidad, las fallas quedaron nuevamente al descubierto durante el temporal. Las filtraciones fueron inmediatas y el agua se coló por diferentes puntos del techo, agravando la situación dentro de las aulas y los espacios comunes. Según comentan desde la institución, la losa es demasiado fina para la altura y el clima, lo que hace que cada invierno la estructura se quiebre un poco más, permitiendo la entrada de agua con las primeras lluvias de la temporada.

Pero los inconvenientes no se limitan a las filtraciones. La escuela tampoco cuenta con un suministro adecuado de agua potable, una carencia que se vuelve crítica para un establecimiento donde los alumnos viven toda la semana. Entre las necesidades más urgentes figura la reparación del sistema de abastecimiento de agua, la impermeabilización de la techumbre y la readecuación del acceso principal, que funciona prácticamente como una canaleta natural que direcciona el escurrimiento del cerro hacia la puerta de entrada.

La ubicación geográfica del edificio es, de por sí, un problema que debió haberse previsto desde el proyecto inicial. La escuela fue construida en una hondonada, justo donde desemboca el camino de acceso al paraje. Cualquier lluvia fuerte genera un flujo de barro que sigue esa pendiente natural y se dirige directamente hacia el establecimiento. Docentes y directivos explicaron que cada temporada levantan una defensa improvisada en la puerta para contener el avance del lodo. Sin embargo, esta vez la tormenta los tomó desprevenidos y no llegaron a terminar la protección a tiempo. El resultado: el barro ingresó y dejó nuevamente en evidencia que el edificio no está preparado para las características del lugar.

Lo ocurrido en Pascha refleja un patrón que se repite en otras escuelas rurales de altura en Salta. En los últimos años, diferentes comunidades han denunciado que muchos edificios escolares recientes, aunque modernos y vistosos, no contemplan los desafíos climáticos propios de la precordillera. A más de 3.000 metros de altura, las losas de mala calidad se quiebran con los primeros fríos, las filtraciones aparecen tras cada lluvia y los accesos mal diseñados generan situaciones de riesgo permanente. La falta de planificación adecuada, sumada a obras ejecutadas sin criterios técnicos adaptados al territorio, termina poniendo en peligro a alumnos y docentes que dependen de la escuela no solo como lugar de estudio, sino también como hogar durante gran parte de la semana.

El temporal dejó una vez más al descubierto la necesidad urgente de una intervención integral en la infraestructura de Pascha. No se trata solo de reparar grietas o limpiar el barro acumulado, sino de repensar la construcción en su totalidad: reforzar la estructura, mejorar los dren


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