La clasificación para el Gran Premio de Hungría dejó más que tiempos sobre la pista. Lewis Hamilton, siete veces campeón del mundo, no logró avanzar a la Q3 y largará desde la posición 12. Sin rodeos, reconoció su bajo nivel con palabras durísimas: “Soy un inútil, un completo inútil”.
Estas declaraciones, brindadas a Sky Sports, no solo sacudieron al paddock, sino también a la propia Scuderia Ferrari, que atraviesa una temporada irregular y ahora suma otro dolor de cabeza con su flamante incorporación.
Mientras Charles Leclerc celebraba la primera pole position del año para Ferrari, dejando atrás a los McLaren de Lando Norris y Oscar Piastri, la otra cara de la moneda era Hamilton. Su compañero de equipo brilló en la clasificación, mientras que él no logró superar la Q2, lo que profundizó su frustración.
El contraste dentro del mismo equipo fue tan evidente que el propio Hamilton no dudó en remarcarlo: “El segundo auto quedó en la pole, el problema soy yo”. Un diagnóstico sin filtros que expone la tensión interna y la presión que vive el piloto británico tras su llegada a Maranello.
Pero lo más llamativo llegó al final de su breve pero intensa declaración. “Probablemente, tengan que cambiar de piloto”, lanzó, dejando entrever una mezcla de decepción y resignación. ¿Fue solo un momento de bronca o el inicio de una crisis interna?
Lo cierto es que, hasta ahora, el paso de Hamilton por Ferrari no ha cumplido con las expectativas. Desde que se unió al equipo, solo ha logrado ganar una sprint en China y no ha pisado el podio en ninguna carrera principal. Un balance pobre para uno de los pilotos más laureados de la historia.
Mientras tanto, desde el otro extremo de la grilla, el argentino Franco Colapinto volvió a dar una señal alentadora al alcanzar la segunda fase clasificatoria. Aunque su desempeño todavía está lejos de los primeros puestos, el joven piloto ilusiona con su crecimiento y constancia.
Este contraste entre la autodestrucción de una leyenda como Hamilton y el ascenso paulatino de Colapinto aporta un condimento especial al fin de semana en Hungría, especialmente para el público argentino, cada vez más pendiente de la actuación del joven talento nacional.
Con la carrera principal por delante, las expectativas para Hamilton son más una incógnita que una esperanza. Largará desde el puesto 12, con un auto competitivo —al menos en manos de Leclerc—, pero con un estado anímico que claramente no lo acompaña.
Ferrari, por su parte, enfrenta un dilema inesperado. La llegada de Hamilton había sido vista como un golpe estratégico, una apuesta a la experiencia y el liderazgo. Sin embargo, los resultados y las declaraciones recientes ponen esa decisión bajo la lupa.
¿Podrá Hamilton revertir su situación? ¿Cómo responderá Ferrari ante semejante declaración? Las próximas fechas podrían ser decisivas para el futuro del piloto británico en la escudería italiana.
