En la madrugada del 15 de junio, mientras muchos dormían, un equipo de médicos del Hospital Garrahan se movilizaba para recibir a una bebé muy especial. Había sido operada dentro del útero a las 27 semanas de gestación para corregir una malformación severa en su columna vertebral: mielomeningocele, la forma más grave de espina bífida. Nació a las 3:35 por cesárea, casi a término, con buen peso y un futuro prometedor.
“Fue una cirugía perfecta”, expresó con orgullo la doctora Analizia Astudillo, obstetra, ginecóloga y especialista en medicina fetal. “Operamos la malformación en la semana 27 del embarazo y nació en la 36, con una cicatriz perfecta”.
Este procedimiento marcó un hito: fue la primera vez que un hospital público pediátrico argentino realizó tanto la cirugía intrauterina como la cesárea en el mismo centro de salud, sin derivaciones ni apoyo privado.
El cirujano Javier González Ramos lo resumió así: “el Hospital Garrahan ha alcanzado un logro trascendental en la historia de la medicina pediátrica argentina al realizar con éxito una cirugía intrauterina a un bebé. Este procedimiento, de altísima complejidad, representa un avance fundamental en el abordaje de patologías congénitas antes del nacimiento y abre nuevas posibilidades para mejorar la calidad de vida desde etapas muy tempranas del desarrollo”.
Qué es el mielomeningocele y por qué es clave tratarlo a tiempo
El mielomeningocele es un defecto del tubo neural que ocurre en las primeras semanas del embarazo, muchas veces antes de que se confirme la gestación. Consiste en el cierre incompleto de la médula espinal y puede generar discapacidades motoras, pérdida de control de esfínteres y acumulación de líquido en el cerebro (hidrocefalia).
“En Argentina, esta condición afecta a 1 de cada 1500 recién nacidos”, explicó la doctora Patricia Bellani, jefa de Neonatología del Garrahan y responsable del operativo. “La cirugía prenatal mejora notablemente el pronóstico: reduce la hidrocefalia, protege la motricidad y mejora la anatomía del sistema nervioso central”.

El abordaje temprano permite intervenir dentro de una “ventana de oportunidad” entre las semanas 20 y 27 del embarazo. “Reparar el defecto antes del nacimiento puede evitar la colocación de una válvula para drenar líquido cefalorraquídeo”, destacó Astudillo. “Y aunque no se puede garantizar nada, en este caso la beba ya mueve las dos piernas, lo que es una gran noticia”.
Una cirugía que abre puertas en el sistema público
La operación intrauterina se realizó el 9 de abril con la participación de 25 profesionales, entre ellos cirujanos, obstetras, anestesistas, instrumentadoras, enfermeras y especialistas de Brasil con experiencia en más de 150 intervenciones similares. Dos meses después, el equipo del hospital volvió a reunirse para recibir a la bebé, en una cesárea adelantada por el inicio espontáneo del trabajo de parto.
“El haber podido realizar ambos procedimientos en el mismo hospital es un enorme paso en la atención integral y humanizada de estos casos complejos”, subrayó Bellani. “La beba será seguida hasta los 18 años por un equipo interdisciplinario especializado en mielomeningocele”.

La familia de la paciente fue acompañada durante todo el proceso a través del Programa de Diagnóstico y Tratamiento Fetal del Garrahan, una iniciativa activa desde 2008 que ya asistió a más de 2.500 gestantes con sospechas de malformaciones congénitas.
Este avance también tiene un profundo impacto social: “Me formé para esto, para achicar la brecha entre pobreza y discapacidad”, reflexionó Astudillo. “Esta cirugía le mejora las posibilidades de desarrollo motor futuro a la paciente”.