El dolor golpea fuerte en Loncopué. La noticia del fallecimiento de Thiago Ismael Jara, un nene de solo dos años, dejó a vecinos y autoridades sumidos en la tristeza. Todo ocurrió en cuestión de minutos, el pasado viernes por la noche, cuando el pequeño ingirió accidentalmente un caramelo que se alojó en su vía respiratoria, bloqueando el paso de aire.
La urgencia fue total. La primera asistencia se realizó en el hospital local, donde médicos y enfermeros hicieron todo lo posible para estabilizarlo. Sin embargo, la complejidad del cuadro obligó a un traslado inmediato al Hospital de Zapala, a más de 120 kilómetros.
El viaje estuvo marcado por la tensión y la coordinación de múltiples equipos. En medio del trayecto, la situación de Thiago se agravó, por lo que la ambulancia se desvió hacia el Hospital de Las Lajas para recibir atención crítica. Allí, un pediatra-neonatólogo y personal de guardia lucharon por revertir la obstrucción respiratoria.
La policía de la Comisaría 26 de Loncopué se sumó al operativo sanitario, despejando rutas y asegurando que la ambulancia pudiera avanzar sin demoras. Era una carrera contra el tiempo.
Pese a los esfuerzos, al llegar finalmente al Hospital de Zapala se constató el fallecimiento de Thiago por asfixia provocada por un cuerpo extraño. El dolor fue inmediato y compartido: personal de salud, fuerzas de seguridad y vecinos quedaron marcados por la impotencia de no haber podido salvarlo.
El intendente Daniel Soto expresó su pesar a través de redes sociales con un mensaje que conmovió a toda la región:
"Con tristeza y pesar elevamos una oración por el eterno descanso de nuestro vecinito. Que la luz de ‘Thiaguito’ brille eternamente en el corazón de quienes lo conocieron. Con resignación y mucho cariño, esperamos que puedan sobrellevar este momento tan doloroso".
La tragedia reaviva el debate sobre la prevención de accidentes domésticos en la infancia. Los especialistas insisten en la importancia de no ofrecer caramelos duros, frutos secos o alimentos pequeños a niños menores de cinco años, ya que sus vías respiratorias son muy estrechas y el riesgo de asfixia es alto. Además, recomiendan que los adultos aprendan maniobras de desobstrucción para actuar de inmediato.
En Loncopué, la pérdida de Thiago deja un vacío inmenso y un llamado a la conciencia: un descuido de segundos puede tener consecuencias irreparables. La comunidad se organiza para acompañar a la familia en este momento de profundo dolor, con cadenas de oración y muestras de solidaridad.
El caso también evidencia el rol fundamental de la articulación entre hospitales, personal de salud y fuerzas de seguridad en situaciones de emergencia. Aunque esta vez el desenlace fue trágico, el despliegue mostró el compromiso de quienes, día y noche, trabajan para salvar vidas en contextos adversos.
Ahora, las miradas se centran en el acompañamiento a los padres y allegados, que deberán atravesar el duelo más difícil: despedir a un hijo tan pequeño. En redes sociales, cientos de mensajes de vecinos, amigos y personas anónimas llenan los muros con palabras de aliento y cariño.
La historia de Thiago no se olvidará pronto en Loncopué. Queda como una herida abierta, pero también como una advertencia sobre lo frágil que puede ser la vida y la importancia de la prevención.
