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Narcotráfico

“Como pueden ser tan crueles, veinte horas de encierro es un sometimiento”

El narcocriminal Raúl "Coya" Rojas, denunció que el Servicio Penitenciario Federal lo somete a un aislamiento extremo que definió como “tortura psicológica".

“Como pueden ser tan crueles, veinte horas de encierro es un sometimiento”

Raúl Ricardo “Coya” Rojas habló en la audiencia en la que se revisaba su régimen de detención y expuso con dramatismo las condiciones que asegura estar viviendo en el Complejo Penitenciario de Ezeiza.

 

Con una intervención cargada de tensión, denunció que el Servicio Penitenciario Federal lo somete a un aislamiento extremo que definió como “tortura psicológica” y reclamó que se respeten derechos básicos como el contacto familiar, el trabajo y la educación.

“Me están haciendo vivir en condiciones que no son humanas. Me gustaría que usted se acerque al complejo y vea con sus ojos cómo estoy pagando mis condenas”, planteó Rojas ante el camarista federal Renato Rabbi-Baldi Cabanillas.

Reconoció su condena (a 11 años de prisión) y el hecho de haberse hecho responsable de los delitos por los que fue sentenciado (por narcotráfico), pero remarcó que ello no lo priva de derechos esenciales: “El condenado sabe, me hice cargo de lo que cometí, pero tengo derecho a ver a mi familia, a tener contacto con mis seres queridos. Como padre no puedo abrazar a mis hijos”.

Coya Rojas: "Cómo pueden ser tan crueles..."

La frase que dio título a su descargo resume la queja central: “Cómo pueden ser tan crueles, veinte horas de encierro es un sometimiento. Estoy siendo torturado psicológicamente por el SPF. Aquí todos mienten, todos se justifican, pero nadie puede explicar cómo se sostienen esas veinte horas y cómo afectan mi salud mental”. Con esas palabras, buscó dejar en evidencia lo que considera un daño irreparable a su integridad emocional.

Rojas se detuvo en la falta de recursos elementales que padece en su encierro. Aseguró que no cuenta con material de escritura ni de estudio y que su acceso a la educación se limita a cartillas que le son entregadas y retiradas por los docentes. “No tengo lapicera, hojas, nada. Lo único que me dan son cartillas que después retira el profesor. Yo pedí que me enseñen de manera presencial porque así no puedo aprender”, contó. En el mismo tono denunció precariedad material: “Hasta la ropa me secuestraron. Tengo una sola prenda desde el año pasado, una sola zapatilla. ¿Cómo llaman a eso? Es un acto de crueldad, están sobrepasando todos los límites”.

"Tengo que llamar a los Derechos Humanos"

El interno reclamó protección frente al deterioro psicológico que, aseguró, le provoca el aislamiento. “Tengo que llamar a los Derechos Humanos para que me den asistencia psicológica. No puedo dormir. Pido al juez encarecidamente que actúe bien y que vea la realidad. Yo solo quiero que se me dé mi derecho”, insistió. Según su relato, el régimen actual lo reduce a “estar encerrado como un animal veinte horas al día”, lo que consideró una forma de castigo adicional no prevista en la ley.

Las críticas también alcanzaron a los procedimientos de requisa. Rojas señaló que se realizan sin criterios claros y con prácticas humillantes: “Nos ponen en pelotas cuando quieren, sin respeto. Es humillante”.


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