En la mañana del domingo, el cuerpo de Silvina V., una guardiacárcel del Servicio Penitenciario Provincial, apareció colgado de un árbol en las afueras de La Merced, un hallazgo que sacudió a su entorno y levantó un manto de interrogantes sobre lo que realmente pasó en las horas previas.
La joven, que vivía en Salta con su hijo de 13 años y tenía una vida estable con trabajo fijo, auto propio y planes a futuro, había asistido a una reunión en un domicilio de barrio Limache junto a su pareja y otros conocidos, donde se consumieron bebidas y posiblemente otras sustancias.
Según relatos cercanos, Silvina decidió irse alrededor de las 5 de la mañana para descansar antes de entrar a su turno laboral a las 7, pero las declaraciones de quienes estaban allí no coinciden: algunos dicen que no había bebido, mientras que su pareja aseguró que estaba ebria y se enojó antes de partir.
Lo llamativo es que abandonó el lugar en su Volkswagen Gol sin llevarse documentos, dinero, celular ni carnet de conducir, detalles que la familia considera extraños y que alimentan las dudas sobre si realmente se fue sola o si algo más ocurrió en esa casa.
Minutos después de las 8, la pareja de Silvina llamó al 911 para reportar su desaparición, y el Servicio Penitenciario activó un operativo de búsqueda, pero a las 9:30 un vecino la encontró en el segundo acceso al barrio Santa María, con los pies tocando el suelo y el auto estacionado cerca, con la puerta del acompañante abierta y la música a todo volumen.
La autopsia del Cuerpo de Investigaciones Fiscales determinó que la muerte fue por asfixia por ahorcamiento, ocurrida en las primeras horas del domingo, aunque trascendió que el cuerpo presentaba marcas que podrían indicar golpes, algo que no se descartó del todo en las pesquisas iniciales.
Para los familiares, que recién pudieron retirar el cuerpo anoche por orden judicial, las contradicciones temporales entre la pareja y su hermano, presentes en la fiesta, apuntan a que los hechos no encajan con un suicidio, especialmente porque Silvina no mostraba signos de problemas emocionales o financieros.
En el celular de la víctima, que quedó en el domicilio, hay mensajes a su pareja informando que se iba a dormir a las 5, pero luego aparecen otros envíos que ella ya no podía haber hecho, lo que suma más sombras al caso y lleva a la familia a sospechar que algo grave pasó en Limache.
Además, un familiar accedió a imágenes de una cámara privada que muestran el auto ingresando al barrio alrededor de las 8 de la mañana, y luego personas saliendo a pie, detalles que refuerzan la idea de que la muerte de esta guardiacárcel salteña merece una investigación profunda para descartar cualquier irregularidad en una provincia donde casos similares quedaron en la nebulosa.
Con información de El Tribuno
