La angustia que atravesaba una familia wichí de Santa Victoria Este llegó a su fin en la noche del jueves, cuando personal policial y baqueanos de la zona lograron dar con el paradero de un niño de 12 años que se había extraviado en el monte. El hallazgo, a unos 20 kilómetros de su vivienda en la comunidad de Arrozal, generó alivio en toda la localidad que permanecía en vilo desde que se activó la búsqueda.
El menor fue trasladado de inmediato al hospital de Santa Victoria Este, donde ingresó con un cuadro severo de deshidratación. Según informaron desde el centro de salud, su evolución es favorable y permanecerá bajo observación médica hasta una recuperación completa.
La alerta se había encendido el miércoles, cuando familiares del niño dieron aviso a la Policía de Salta sobre su desaparición ocurrida el día anterior. A partir de ese momento se puso en marcha el Protocolo de Búsqueda de Personas Extraviadas, que incluye rastrillajes a pie, despliegue de efectivos de distintas unidades y la colaboración indispensable de baqueanos de la zona, conocedores del monte chaqueño.
El operativo demandó varias horas de trabajo en condiciones adversas, con altas temperaturas y terrenos de difícil acceso. La participación de los lugareños resultó clave: fueron ellos quienes orientaron a los efectivos hacia los sectores más probables de tránsito en medio de la espesura, lo que permitió acortar los tiempos de búsqueda. Finalmente, en horas de la tarde del jueves, el niño fue hallado con vida, agotado y deshidratado, pero consciente.
Santa Victoria Este, ubicada en el extremo norte de la provincia de Salta y lindante con Bolivia y Paraguay, atraviesa de manera frecuente situaciones de este tipo debido a la geografía agreste y a la vulnerabilidad de comunidades que viven alejadas de los centros urbanos. El monte chaqueño, con temperaturas extremas y escasez de agua, se convierte en un entorno hostil para cualquiera que deba sobrevivir sin asistencia durante más de 24 horas.
La noticia del hallazgo fue recibida con enorme alivio no solo por la familia, sino también por toda la comunidad que se había sumado al operativo. Vecinos, organizaciones locales y referentes barriales acompañaron desde el primer momento a los padres del niño, que permanecieron expectantes hasta que se confirmó que había sido encontrado.
El despliegue estuvo a cargo de efectivos del Distrito de Prevención 4 de Tartagal, que trabajaron en coordinación con la Fiscalía Penal de Salvador Mazza, encargada de supervisar las actuaciones. Aunque se trató de una desaparición accidental, el caso abrió nuevamente el debate sobre la necesidad de reforzar los protocolos de prevención y la protección de menores en las comunidades más alejadas de la provincia.
La situación pone de manifiesto la importancia de contar con equipos de emergencia capacitados y con recursos suficientes para actuar en lugares donde la distancia y la falta de infraestructura dificultan las tareas de auxilio. También resalta el rol de los baqueanos, que con su conocimiento ancestral del territorio resultan aliados fundamentales en cualquier operativo de búsqueda.
En Santa Victoria Este, como en tantas localidades del Chaco salteño, la vida cotidiana está atravesada por la necesidad de recorrer largas distancias a pie para acceder a agua, alimentos o actividades de subsistencia. Esa rutina, que forma parte de la cultura de las comunidades originarias, también implica riesgos, sobre todo en épocas de calor extremo.
El caso del niño rescatado deja una enseñanza clara: la rápida activación de los protocolos y la articulación entre Policía, Justicia y comunidad fueron determinantes para que la historia tuviera un final esperanzador. No obstante, la situación vuelve a encender las alarmas sobre la urgencia de garantizar condiciones más seguras para los chicos que crecen en contextos rurales.
En tanto, la familia del menor continúa acompañándolo en el hospital mientras se recupera. Según adelantaron desde el nosocomio, permanecerá internado al menos unos días más hasta completar la hidratación y estabilización clínica. La comunidad, que lo esperaba con los brazos abiertos, ya prepara una bienvenida cargada de cariño y gratitud hacia todos los que participaron en el rescate.
Lo que pudo haber terminado en tragedia se transformó en una historia de supervivencia y solidaridad. Santa Victoria Este vuelve a mostrar, una vez más, la fuerza colectiva de un pueblo que, frente a la adversidad, no duda en unirse para cuidar a los suyos.