La ciudad se vio sacudida por una emergencia química luego de que un camión cisterna derramara ácido clorhídrico a pocos metros de una estación de servicio, provocando la rápida movilización de bomberos voluntarios, Defensa Civil, policía y equipos municipales. El incidente ocurrió a primera hora de la mañana y generó preocupación por la dispersión de gases tóxicos hacia sectores poblados.
El chofer del camión y empleados del lugar detectaron enseguida el fuerte olor característico del ácido, que causa irritación inmediata en ojos y vías respiratorias. La alerta temprana permitió que los equipos de emergencia llegaran rápidamente y comenzaran con la contención del producto químico.
La primera medida consistió en aplicar material absorbente y enfriar la zona para evitar reacciones peligrosas. Los especialistas advirtieron que los riesgos no se limitan al contacto con el líquido, sino también a los vapores altamente corrosivos que se forman al entrar en contacto con el aire.
El cambio en la dirección del viento aumentó la preocupación, ya que los gases comenzaron a desplazarse hacia áreas urbanas cercanas, incluyendo el barrio Ramón Abdala. Las autoridades recomendaron a los vecinos mantener cerradas puertas y ventanas y colocar paños húmedos en las aberturas para filtrar el aire.
Durante todo el operativo, se enfatizó la coordinación entre todos los organismos intervinientes y la necesidad de mantener estrictos protocolos de seguridad. La manipulación del ácido clorhídrico requiere precauciones extremas por su capacidad de reaccionar violentamente con ciertos metales, generando gases inflamables.
El ácido clorhídrico es una de las sustancias más corrosivas utilizadas en la industria. Se emplea en la limpieza de metales, el tratamiento de agua y la producción de compuestos químicos, incluyendo plásticos como el PVC. Su mayor peligro reside en los vapores, que pueden causar desde irritación ocular hasta daños severos en el sistema respiratorio, e incluso resultar mortales en altas concentraciones.
Aunque el líquido no es inflamable, la interacción con metales como aluminio o zinc puede liberar gas hidrógeno, altamente explosivo, lo que explica la cautela extrema de los bomberos y técnicos que trabajan en la contención.
El operativo continúa mientras los especialistas aseguran la neutralización total del derrame y el control de los vapores. Las autoridades locales insisten en que los vecinos sigan las medidas preventivas hasta que la situación esté completamente normalizada.
Este incidente vuelve a poner en primer plano la importancia de los protocolos de seguridad en el transporte y manejo de materiales peligrosos, así como la rápida respuesta de los equipos de emergencia ante riesgos químicos que pueden afectar directamente a la población.