La pandemia de Covid-19 dejó huellas que se extienden más allá de lo inmediato, revelando efectos persistentes en aquellos que enfrentaron la enfermedad sin estar vacunados. Investigadores del CONICET y de la Universidad de San Martín llevaron a cabo un seguimiento prolongado a pacientes que padecieron cuadros leves del virus. Este estudio, que tuvo una duración de entre tres meses y dos años post-contagio, reveló un inquietante patrón de sintomas, tales como niebla mental, fatiga y pérdida de memoria.
Lo más alarmante surgió de los análisis de imágenes cerebrales de los pacientes en comparación con grupos de control que estaban sanos o vacunados. Se detectaron alteraciones significativas, incluyendo atrofias en regiones específicas del cerebro, reducción de materia gris, inflamación y problemas en la perfusión cerebral, que se refiere al oxígeno que llega al órgano vital.
Además, los investigadores utilizaron biomarcadores obtenidos de muestras de saliva para evaluar los estados cognitivos y mentales de los participantes. Encontraron proteínas vinculadas con el estrés y la inflamación cerebral, las cuales aportaron información sobre el deterioro observado. Un factor común en los casos más severos fue la falta de vacunación, lo que pone de manifiesto la ausencia de defensas necesarias para enfrentar las consecuencias a largo plazo de la infección.
Los especialistas enfatizan que la vacuna cumple un rol fundamental al guiar el sistema inmunológico. No solo proporciona anticuerpos de forma inmediata, sino que también activa la memoria inmunitaria para hacer frente a futuras infecciones. Sin este mecanismo dual, el organismo queda vulnerable a efectos secundarios que pueden ser duraderos, como el daño cerebral detectado en este grupo de pacientes.
Por último, el estudio subraya una preocupante disminución en la administración de dosis de refuerzo de la vacuna. Aunque actualmente los casos de contagio han bajado, la amenaza de nuevas variantes continúa presente. Los investigadores advierten que una población sin la adecuada inmunización podría propiciar una nueva oleada de contagios. La experiencia con la gripe estacional, que sigue causando un elevado número de muertes cada año, refuerza la idea de que mantener la vacunación debe ser una prioridad en la salud pública. Ignorar este principio podría abrir la puerta a consecuencias que podrían haberse evitado.