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Devoción y fe

Empezó la peregrinación más larga hacia el Milagro: caminan más de 500 kilómetros desde Santa Victoria Este

Caminan durante días por montes, cerros y valles para reencontrarse con el Señor y la Virgen del Milagro.

Empezó la peregrinación más larga hacia el Milagro: caminan más de 500 kilómetros desde Santa Victoria Este

Con el impulso de la fe y el corazón lleno de promesas, cientos de peregrinos iniciaron una vez más la travesía que los llevará desde Santa Victoria Este hasta la Catedral Basílica de Salta. La caminata, considerada la peregrinación más extensa del país y una de las más largas del mundo a pie, ya puso en marcha sus primeros pasos con la partida desde los cerros de la Puna salteña.

El recorrido comenzó en Casillas, un pequeño paraje de la provincia de Jujuy que se ubica a casi 500 kilómetros de la capital salteña. A ese punto llegaron los caminantes procedentes del extremo noreste de Salta, atravesando caminos inhóspitos y paisajes áridos, donde el viento y el sol golpean sin tregua, pero donde también se vive uno de los actos de fe más conmovedores de la Argentina.

Allí, en medio del polvo y las montañas, se sumaron nuevos peregrinos que decidieron acompañarlos rumbo a la capital provincial para ser parte del Milagro, una de las manifestaciones religiosas más importantes y multitudinarias del país.

Fe que no conoce de distancias ni de cansancio

Cada paso es una historia. Hay quienes caminan por agradecimiento, otros por promesas, muchos por tradición. Entre los testimonios que surgieron en la partida, se destaca el de un hombre que viajó desde Buenos Aires hasta Santa Victoria Este llevando en brazos una pequeña imagen de la Virgen de Luján. Desde allí inició el peregrinaje a pie, con la convicción de llegar a Salta Capital a tiempo para participar de la procesión del Señor y la Virgen del Milagro.

Las escenas se repiten cada año, pero no dejan de emocionar. Jóvenes, adultos mayores, familias enteras con niños pequeños, campesinos, docentes rurales, estudiantes, todos unidos por un mismo propósito: renovar su Pacto de Fidelidad con las sagradas imágenes que custodian la ciudad desde hace más de tres siglos.

La peregrinación desde Santa Victoria Este no solo es una de las más largas, sino también una de las más exigentes. El trayecto atraviesa zonas de alta montaña, pasos fronterizos naturales, quebradas profundas y temperaturas extremas. Durante varios días, los peregrinos avanzan con lo justo: mochilas ligeras, agua racionada, calzado cómodo y un sinfín de oraciones que los sostienen en el camino.

Una tradición que atraviesa generaciones

La devoción al Señor y la Virgen del Milagro tiene raíces profundas en el corazón de los salteños. La historia se remonta al año 1692, cuando un terremoto sacudió con fuerza la región y provocó el temor generalizado entre los pobladores. En medio del caos, las imágenes del Cristo Crucificado y de la Virgen fueron sacadas en procesión por las calles. De forma repentina, el sismo cesó. El hecho fue interpretado como un milagro y desde entonces, año tras año, se rinde homenaje a aquellas imágenes que, según la fe popular, protegieron a Salta de la tragedia.

Cada 15 de septiembre se lleva a cabo la procesión central del Milagro, que convoca a miles de personas en las calles del centro salteño. Pero el movimiento comienza semanas antes, cuando desde distintos puntos de la provincia —y también desde otras provincias y países limítrofes— parten grupos de peregrinos rumbo a la ciudad.

Los más numerosos y emblemáticos son los que vienen desde Cachi, Cafayate, Iruya, Orán, Tartagal y Santa Victoria Este, entre muchos otros. En algunos casos, los trayectos superan los 500 kilómetros y demandan hasta 15 días de caminata ininterrumpida.

Una geografía que pone a prueba

El recorrido desde Santa Victoria Este hacia Salta Capital implica atravesar una diversidad geográfica que desafía tanto el cuerpo como el espíritu. El camino cruza parte del Chaco salteño, bordea la frontera con Bolivia, sube por caminos de cornisa hasta la Puna y luego desciende por valles encajonados hasta llegar a los llanos del Valle de Lerma.

En este contexto, la peregrinación no solo tiene un sentido religioso, sino también comunitario y cultural. Es una forma de reconectar con el territorio, de poner el cuerpo al servicio de una promesa, de compartir el esfuerzo y la esperanza con otros caminantes. Durante el trayecto, las comunidades que se encuentran al paso de los peregrinos suelen organizar puntos de asistencia donde brindan agua, comida caliente, alojamiento y atención médica básica. Es también una demostración de la hospitalidad profunda del interior salteño.

Una promesa viva que se renueva cada año

La caminata del Milagro es una de las expresiones más puras de la fe popular del norte argentino. Aunque cada peregrino vive el camino de manera distinta, hay una emoción común que recorre todos los relatos: la gratitud. Muchos caminan porque recibieron una gracia, otros lo hacen en busca de consuelo o en nombre de seres queridos. También hay quienes lo hacen por primera vez, motivados por la energía que se respira en el aire cada septiembre.

En estos días, la ciudad de Salta comienza a prepararse para recibir a los miles de fieles que llegarán desde todos los rincones. Las iglesias abren sus puertas, se organizan las celebraciones litúrgicas, y la Catedral Basílica se convierte en el centro espiritual del norte argentino. Pero antes de llegar, hay quienes aún siguen caminando, cruzando cerros, enfrentando el frío de la madrugada y el calor del mediodía, con la mirada fija en las torres de la Catedral y el corazón encendido por la fe.

Para los que partieron desde Santa Victoria Este, todavía quedan varios días de camino. Pero no hay prisa. El verdadero destino no es solo el altar, sino el trayecto mismo. Un trayecto que transforma, que fortalece y que, como cada año, vuelve a unir a Salta bajo el mismo cielo de devoción.

 


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