En el profundo silencio rural de Campo Quijano, Sebastián Guerrero, un joven especialista en informática que vive y trabaja desde una finca agrícola de la zona de Corralito, vivió una experiencia que lo dejó asombrado y reflexivo. Asegura que no olvidará lo que pasó hace algunas noches.
Todo ocurrió pasadas las diez, cuando salió a revisar que los perros tuvieran agua. El frío era denso, y el cielo, estaba casi completamente despejado. Fue entonces, entre los árboles apenas iluminados por la luna, que algo llamó su atención. Un objeto surcaba el cielo en completo silencio. No era un avión, tampoco un dron. “Era un grande. Nunca vi algo así”, contó.
Según relató, lo primero que pensó fue en un globo meteorológico, como los que a veces se ven girando en altura. Pero pronto descartó esa posibilidad. “Esto era algo grande, en forma de habano o cilindro, que pasó muy bajo. Era como una línea, un cilindro que va… como un bastón fosforescente… Era realmente grande”, repitió varias veces.
No hubo ruido, ni destello. El objeto simplemente cruzó el cielo lentamente, como si flotara con una dirección exacta. Primero de forma ascendente, para luego descender hasta perderse entre los cerros y las nubes lejanas. Los perros no ladraron, solo lo miraron el cielo en silencio. “Fue como si todo se hubiera detenido por un rato”, describió.
Al día siguiente, otros vecinos dijeron haber visto “una luz larga” en el cielo, pero nadie más logró captar una imagen. Las autoridades locales no reportaron ninguna actividad aérea inusual en la zona. Sin embargo, Sebastián no tiene dudas. “No sé qué era, pero no era de acá. No era humano”, concluyó con gran convicción. Desde esa noche, mira el cielo de otra forma. Como si esperara volver a verlo.