Después de 18 años de relación, Nicolás Vázquez y Gimena Accardi decidieron ponerle fin a su matrimonio. El trámite se concretó este jueves por la mañana y, lejos del escándalo que suele rodear a las separaciones del ambiente artístico, sorprendieron por la forma serena y madura en la que llevaron adelante todo el proceso.
Ambos se presentaron juntos para firmar el divorcio, en un ambiente cargado de emoción, respeto y sin tensiones. Incluso, según se supo, el abogado a cargo del trámite se mostró sorprendido por lo inusual del clima: sin peleas, sin reclamos, sin drama. Una escena que rompe con la imagen típica de las separaciones mediáticas.
La decisión, según afirman, fue tomada de común acuerdo tras un largo proceso de reflexión. Vázquez comentó en una reciente conferencia que no se trató de un hecho impulsivo, sino de la conclusión de un año intenso de trabajo emocional, terapia de pareja y charlas profundas. “Nos pasaron cosas muy fuertes”, dijo, haciendo referencia a momentos difíciles que atravesaron juntos, como el trágico derrumbe en Miami donde perdieron seres queridos.
En cuanto a la división de bienes, también resolvieron todo sin conflictos. Accardi se queda con la casa familiar y Vázquez vive actualmente en un departamento que compró este año en la Ciudad de Buenos Aires. Repartieron todo en partes iguales y sin discusiones, lo que habla del nivel de entendimiento que mantuvieron incluso al cerrar esta etapa.
Pese a la separación, la pareja dejó claro que su vínculo sigue fuerte desde otro lugar. Hablaron de seguir siendo familia y hasta de continuar compartiendo proyectos laborales, algo que ya venían haciendo con éxito en teatro y televisión. En Salta, donde se los recuerda con cariño por las funciones brindadas en el Teatro Provincial y otras presentaciones, la noticia generó impacto, pero también admiración.
Vázquez y Accardi se convirtieron, sin proponérselo, en ejemplo de cómo se puede cerrar un ciclo sin dañar lo construido. En un mundo donde los divorcios de famosos suelen ser escandalosos, eligieron el camino del respeto, la privacidad y la calma.
Mientras cada uno sigue adelante con sus proyectos personales, queda claro que su historia, lejos de terminar en malos términos, se transforma en un nuevo tipo de relación, donde el cariño y la admiración siguen intactos.
