Cada 2 de junio, Argentina rinde homenaje a Chonino, un ovejero alemán de la Policía Federal que sacrificó su vida en cumplimiento del deber durante un tiroteo. Su inspiradora historia de valentía y lealtad llevó a la creación del Día del Perro en su honor.
Chonino no fue un perro convencional, sino un integrante de una camada destinada a servir a la fuerza pública. En 1977, después de pasar una rigurosa evaluación física y psicológica, fue seleccionado para formar parte de la División Perros de la Policía Federal Argentina, una unidad que entrena caninos para diferentes tareas de seguridad y búsqueda.
Su nombre, 'Chonino', tiene un origen entrañable, derivado de un personaje querido por uno de sus entrenadores. Sin embargo, el nombre no alcanzaba a reflejar su verdadera magnitud; su fortaleza y disciplina, junto a la hermandad que formó con su guía, el suboficial Luis Alberto Sibert, hicieron de Chonino un perro excepcional.
Este valeroso perro se destacó como perro de presa y fue fundamental en operativos clave, incluyendo el Mundial de Fútbol de 1978. Su entrenamiento le permitió actuar solo en situaciones de riesgo real, y durante cinco años fue parte de numerosos procedimientos y patrullajes nocturnos, convirtiéndose en un miembro querido de la fuerza.
La noche del trágico 2 de junio de 1983, Chonino y su equipo realizaban un patrullaje en la zona de Devoto bajo condiciones climáticas adversas. Durante esa ronda, detectaron a dos hombres forcejeando con los vehículos y al intentar identificarlos, fueron recibidos a balazos. En el caos, Ianni fue gravemente herido y Sibert recibió un disparo. En un acto heroico, Chonino se lanzó hacia los delincuentes, enfrentándose a ellos pese a la lluvia de balas.
A pesar de recibir un disparo que lo dejó herido de muerte, Chonino se arrastró hasta su compañero para entregarle un fragmento del bolsillo del atacante, asegurando así la identificación del sospechoso. Esta acción fue crucial para la captura de los delincuentes, que fueron arrestados días después y condenados a prisión perpetua.
La pérdida de Chonino dejó una huella profunda en la fuerza y en Sibert, quien sobrevivió a sus heridas tras múltiples cirugías. Años después, Sibert comenzaría a compartir la historia de su amigo fiel para que su memoria perdurara.
En 1996, la periodista Cora Cané hizo eco de la historia de Chonino en su columna de lectores del diario Clarín, lo que inspiró a una gran cantidad de personas a compartir relatos sobre perros que marcaron sus vidas. Su iniciativa llevó a que el 2 de junio se declarara oficialmente como Día Nacional del Perro, un tributo que emocionó a miles de argentinos.
Actualmente, Chonino descansa en una estatua de bronce ubicada en la sede de la Policía Montada en Palermo, donde también una calle lleva su nombre, una de las pocas en el mundo dedicada a un perro. Cada año, la División Perros de la Policía Federal organiza un acto en su honor para recordar a todos los perros caídos en servicio y se suele leer la carta que inspiró a Cané a hacer su historia pública.
La lección más valiosa que Chonino nos dejó es que su sacrificio fue un testimonio de lealtad; en una noche de lluvia, demostró que los actos más humanos pueden venir de aquellos que no hablan pero que entregan todo sin esperar nada a cambio.