El Gran Premio de Gran Bretaña, uno de los escenarios más icónicos de la Fórmula 1, se convirtió en un capítulo amargo para Franco Colapinto.
Lo que prometía ser una carrera de recuperación tras una clasificación complicada terminó en un abandono prematuro antes siquiera de cruzar la línea de largada, víctima de un error mecánico que expuso, una vez más, las falencias técnicas del equipo francés.
El fin de semana ya había comenzado torcido para Colapinto. Tras un despiste en la Q1 que lo relegó al último lugar de la grilla, Alpine tomó la decisión estratégica de reemplazar múltiples componentes de la unidad de potencia de su monoplaza, una jugada que lo obligaba a largar desde el pit lane pero que buscaba optimizar el rendimiento del A525 de cara a las próximas carreras.
Los cambios incluyeron el motor de combustión interna, el turbocompresor, la unidad generadora de calor (MGU-H), la unidad generadora de energía cinética (MGU-K), el acumulador de energía, la central electrónica de control y el sistema de escape, superando los límites reglamentarios establecidos por la FIA para la temporada 2025. Esta maniobra, aunque arriesgada, parecía una apuesta razonable para evitar penalizaciones futuras y aprovechar las condiciones climáticas de Silverstone, donde la lluvia podía nivelar las carencias de potencia del motor Renault.
“Cambiamos toda la unidad de potencia. Por eso largo desde boxes, para no penalizar en otra carrera”, explicó Colapinto en la previa. El argentino también destacó que la lluvia podía ser un aliado: “Por el problema que tenemos de energía, es mejor la lluvia porque no tenemos ese problema. Estábamos probando cosas en el auto para solucionar un problema de balance mecánico”. Sus palabras reflejaban una mezcla de resignación y esperanza, consciente de los límites de su monoplaza pero confiado en las mejoras introducidas por el equipo.Sin embargo, la ilusión se desmoronó en cuestión de segundos.
Cuando llegó el momento de salir desde los boxes, el Alpine de Colapinto simplemente no respondió. Un fallo técnico, cuya naturaleza exacta aún no ha sido detallada por el equipo, dejó al monoplaza inmóvil en el garaje, forzando un abandono antes de que la carrera siquiera comenzara. La frustración del piloto de 22 años estalló por la radio: “¡Hay algo que está roto! ¿Qué carajos? Dios mío, es lo mismo que en Barcelona, es lo mismo”, exclamó, haciendo referencia a un problema similar que lo afectó en el Gran Premio de España, donde una fuga hidráulica ya había comprometido su fin de semana.
Este nuevo traspié no solo evidencia la fragilidad técnica de Alpine, sino que pone en el centro de la escena las decisiones de los mecánicos e ingenieros del equipo. Cambiar una unidad de potencia completa es una operación de alta complejidad que requiere precisión quirúrgica, y el hecho de que el monoplaza no pudiera siquiera arrancar sugiere un error humano o una falla en el control de calidad que Alpine no puede permitirse en un contexto tan competitivo.
El abandono de Colapinto no es solo una decepción personal para el argentino, quien venía de un viernes prometedor en Silverstone, superando a su compañero Pierre Gasly en la FP1 y mostrando un ritmo competitivo en condiciones cambiantes. Es también un golpe para Alpine, un equipo que lucha por encontrar consistencia en una temporada donde su motor Renault sigue siendo un talón de Aquiles. Mientras Lando Norris celebraba una victoria en casa y Nico Hulkenberg lograba su primer podio con Sauber, el garaje de Alpine era un reflejo de impotencia, con Colapinto visiblemente frustrado y un equipo que no encuentra respuestas.
Con la mira ahora puesta en el Gran Premio de Bélgica en Spa-Francorchamps, Alpine tiene tres semanas para analizar qué salió mal y garantizar que su joven promesa argentina tenga las herramientas para demostrar su talento. Por ahora, Silverstone queda como un recordatorio cruel de que, en la Fórmula 1, incluso el mejor piloto depende de la fiabilidad de su máquina y la competencia de su equipo