A más de 100 kilómetros de Buenos Aires, en un campo de Cañada Nieto, Uruguay, apareció algo que ningún fanático de Boca podía imaginar: la camiseta de Miguel Ángel Russo que el club había lanzado al cielo como homenaje previo a un partido. El hallazgo fue obra de un joven productor rural que, sin saberlo, se topó con un verdadero tesoro del mundo xeneize.
Agustín Eugui, de 29 años, trabaja en la empresa agropecuaria de su familia y estaba realizando tareas de rutina cuando notó un objeto brillante entre el pasto. “Primero pensé que era un globo de helio. Pero cuando me acerqué, vi los colores azul y amarillo y me bajé a revisar. Ahí estaba la camiseta, enganchada entre los globos desinflados”, relató, todavía emocionado por el momento.
Sin percatarse de su valor, Agustín le sacó una foto y se la envió a su novia. Fue ella quien lo hizo caer en la cuenta de lo que tenía: un video del lanzamiento de la camiseta en La Bombonera le permitió dimensionar el hallazgo. “No podía creer que algo que salió desde Buenos Aires terminara acá, volando tantos kilómetros”, recordó.
Desde aquel lunes a la tarde, la camiseta se conserva cuidadosamente en su casa. “La tengo guardada tal como la encontré, con pasto y todo. No se me pasó por la cabeza venderla. La emoción de tener algo tan simbólico es única”, aseguró. Aunque circuló la posibilidad de que figuras del fútbol uruguayo se interesaran por la prenda, por ahora el joven prefiere mantenerla como un recuerdo personal.
El padre de Agustín, Julio Eugui, también comentó el episodio y destacó el perfil bajo de su hijo. “Estaba trabajando en la pradera con una rotativa cuando vio eso. Es muy reservado, estudió Gestión Agropecuaria en Montevideo y siempre se involucró en las tareas de la empresa familiar”, dijo, recordando que además Agustín utiliza drones para tareas agrícolas.
Aunque la pasión futbolera de Agustín está ligada a Peñarol, disfruta siguiendo los partidos argentinos y reconoce la importancia simbólica del hallazgo. La camiseta, homenaje a un entrenador histórico de Boca, terminó siendo parte de una historia que trascendió fronteras y emocionó tanto a hinchas como a vecinos de Cañada Nieto.
La noticia se viralizó rápidamente en redes sociales y entre aficionados del fútbol, mostrando cómo un gesto realizado en un estadio puede tener repercusiones inesperadas a cientos de kilómetros de distancia. Este episodio, además de la emoción que genera, refleja la conexión profunda que une a la pasión futbolera de Argentina y Uruguay.
En el campo, entre tractores y pasturas, la camiseta de Russo permanece como un símbolo: un recuerdo de que, a veces, el fútbol logra cruzar límites geográficos y tocar la vida de personas que, sin buscarlo, terminan siendo protagonistas de una historia única.
Agustín asegura que por ahora la conservará como un tesoro personal y que, más allá de la emoción de encontrarla, este hallazgo le recordó que la vida rural también puede esconder sorpresas tan inesperadas como un gol de último minuto.
Mientras tanto, en Salta y otras provincias argentinas, la historia circula como ejemplo de la magia que el fútbol puede generar, demostrando que no importa dónde caiga la camiseta: la pasión siempre encuentra a quien sabe valorarla.
