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RICARDO CENTURIÓN: Fútbol, muertes repentinas y un pedido desesperado de ayuda

Pide otra oportunidad.

RICARDO CENTURIÓN: Fútbol, muertes repentinas y un pedido desesperado de ayuda

Fue un 17 de junio de 2012. Luis Zubeldía lo puso de titular y no tardaron en compararlo con el Loco Corbatta. Tendrían cosas en común: las gambetas y una historia trágica. La Academia la pasaba mal con Rafaela (caería 4-2) y el pibe de 19 años que debutaba comenzó a tirar bicicletas, amagues y caños, a regalar la alegría que le había faltado al equipo en ese Clausura 2012. Jugaba con la desfachatez de un chico que se divertía con sus amigos. A la distancia, parece esa sería la válvula al escape de una vida triste y una infancia dura.

No tardó en llamar la atención Ricardo Centurión. Por eso de las gambetas que empezaron a traducirse en goles en la segunda fecha del torneo siguiente y también por sus costumbres afuera de la cancha. Empezó a vivir fuerte, Centu. Rápido y furioso, como si lo corriera el tiempo.

El día que se filtró su foto con una Itaca Pajera doble caño, se armó un verdadero escándalo. Los fierros eran parte de su cotidiano. Pasó cuando estaba en Racing. Y también en Boca. Lo criticaron y él empezó a recluirse, a juntar furia, sin hablar con nadie. Después, sí, llegó el momento de desahogarse por las redes. El famoso, "que la cuenten como quieran".

"Lo normal para mí era ver armas y drogas. Era lo que me pasaba por al lado. Me gustan las armas. Si me hubiera criado en un yate, me gustarían los yates", explicó tiempo después.

Centurión había tenido una infancia brava. Creció en Villa Luján, un asentamiento precario de Sarandí. El día que compró un departamento con lo que ganó en el fútbol, se llevó a varios de sus amigos. Pero nunca pudo dejar de pasar por el barrio. Hasta que empezó a sentirse un sapo de otro pozo y decidió no volver, salir de allí: "Empecé a ser un signo pesos ahí..."

Es que, la inocencia era cosa del pasado. Ya eran pocos los pibes que quedaban de la niñez, los incondicionales. "De mis 30 amigos de la infancia, apenas quedan tres". No hace falta aclarar cómo fueron muriendo...

"Me cansé de vivir"

Lo dijo este martes, después de un largo silencio: "En algún momento me cansé de la vida. No me soportaba a mí mismo. Tuve ataques de pánico. Sigo viviendo como en pandemia. Estoy solo", dijo Centu, pidiendo ayuda a gritos.

Centurión acababa de desperdiciar su oportunidad número un millón. Como lo había hecho en Racing, en Boca, en Vélez, en sus breves aventuras en Italia y México... ahora lo hizo en San Lorenzo. ¿El motivo? Más o menos el de siempre: el jugador faltó a un par de entrenamientos, en este caso, desmotivado por la falta de oportunidades. Lo más fácil es juzgarlo, desde un teclado. Es mejor intentar seguir su recorrido para entender qué le pasó.

"Cosas de pelotudo grande, yo nunca había faltado a un entrenamiento, yo antes no lo hacía. Si me la pegaba de chico, iba a entrenar igual. Fue de grande, por la cabeza, por un montón de problemas que yo tenía. A mí me encanta entrenar, fue de grande el tema", se confesó.

En esas salidas, Ricky metía la pata todo el tiempo y muchas veces quedaba al borde de provocar una tragedia. Era 2016, jugaba en Boca y salió al boliche Capítulo 1 de Lanús. Lo provocaban y él era mecha corta. Como pasaba muchas veces, terminó en problemas, se escapó en su auto y produjo un choque múltiple. Los grados de alcohol en sangre que arrojó el análisis de la policía lo dijeron todo y el jugador terminó aceptando su culpabilidad para aminorar los daños colaterales.

"Hay que ser jugador de Boca las 24 horas", dijo el DT Guillermo Barros Schelotto, uno de sus máximos defensores.

Pero su salida del Xeneize la terminó marcando un video: Centurión caminaba por los pasillos de la concentración de Boca sostenido por dos compañeros, en aparente estado de ebriedad. Su etapa en el Xeneize estaba acabada.

Tras un paso por Genoa, donde ya había estado en 2013, regresó a Racing. El Chacho Coudet convenció a Víctor Blanco de dejarlo volver. Centu había convertido el gol del campeonato de 2014 y el DT quiso darle una oportunidad de volver a brillar en el lugar donde había nacido. Sería su tercera etapa en la Academia.

Con Lautaro Martínez, la Pantera Bou, Licha López y el Huevo Acuña, el equipo comenzó a brillar y Centurión se fue a la banquina otra vez. Una mañana fue parado por la policía. Había pasado dos semáforos en rojo y, cuando lo detuvieron, se negó a realizar el test de alcoholemia: "Si podemos arreglar, yo tengo para arreglar. Yo te puedo cubrir el mes", intentó sobornar al oficial. Lo estaban esperando y lo grabaron: el video viralizó rápidamente.

Al inicio de la siguiente temporada, cuando comenzó a gestarse la campaña del Racing campeón de Coudet, faltó a entrenar. Y Víctor Blanco perdió el filtro: "Tomó demasiado y no fue al entrenamiento del sábado como debía. Tiene que tomar conciencia y cuidar su imagen, tiene obligaciones que cumplir. Cometió un error. Pasará a la parte de legales para ver la sanción que le corresponde. Él es jugador de Racing todo el día y toda la noche. Lo queremos mucho, pero al cien por ciento. Sino, no es el jugador al que fuimos a buscar".

En febrero de 2019, finalmente el Chacho se cansó de Centurión: con la serie de Copa Libertadores liquidada por River en el Monumental, el técnico lo llamó para hacerlo ingresar y el jugador le contestó caliente: "Me ponés para que me putee toda la cancha".

Después de una discusión que terminó a los empujones, el numero 10 entró a la cancha pero la relación con el DT se rompió para siempre. "Pisala ahora...", le cantaba la popular por una frase que había tirado cuando se quedó afuera del Mundial de Rusia.

Un tiempo después, Ricky trató de explicar lo que había ocurrido: "Ya había hecho dos cambios y me llama para ser el tercero. Cuando iba caminando, no fui con la mejor cara. Y ahí me dice: '¿Estás cagado?' No me lo preguntó bien. Sigali lo paró y se calmó. Seguía insultándome y diciéndome cosas y ahí yo lo saco", se excusó el jugador.

Una vida llena de golpes y el pedido de una chance más

Con 29 años, Centurión parece haber vivido varias vidas en una sola. Era jovencito todavía cuando murió su papá. La situación es confusa, apenas podemos relatar lo que alguna vez contó él: “A mi viejo lo perdí de muy chiquito, a los cinco años. Laburaba en una fábrica ilegal de pirotecnia. No se sabe cómo explotó la fábrica. Eran siete chicos que trabajaban ahí y fallecieron todos".

Como si lo persiguiera una maldición, el futbolista fue perdiendo a todos sus seres queridos. A la trágica muerte de su papá le siguió la de su mejor amigo: "Murió en mis brazos".

"Ese fue mi peor momento", dijo Centu. Pero el destino le tenía preparado otra cachetada. A mano abierta, de esas que dejan marcas.

El 29 de marzo de 2020 murió Melody Pasini, quizá el amor de su vida, la compañera de Ricky de esos días. Falleció de un paro cardiorespiratorio mientras manejaba. Habían pasado la pandemia juntos y se había convertido en un gran sostén. Dos semanas antes había fallecido a su abuela, una mamá postiza que lo había criado.

Por estos días el pase de Centurión pertenece a Vélez y la Academia conserva una parte. "Estoy entrenando en Vélez, solo con un kinesiólogo y un preparador físico. Me pusieron todos los días a la tarde para que no me cruce con los de Primera. Así es muy difícil", contó Ricky en la entrevista con Palacios.

Al Fortín llegó de la mano de Gabriel Heinze. Igual que Coudet, el DT se sintió capaz de domar a la fiera y lo llevó en enero de 2020. "Todo lo externo lo sabemos. Yo me voy a hacer responsable. Estoy con muchas ganas de poder ayudarlo”, manifestó. Lo logró, pero Centurión tenía un imán para los problemas. Y quedó en el medio de uno complicado.

El futbolista fue imputado por abuso sexual, junto a Thiago Almada, Miguel Brizuela y Juan Martín Lucero, luego de una fiesta en la casa del ex Independiente. Un tiempo antes, había tenido una denuncia por violencia de género de su ex novia, Melisa Tozzi.

Si bien los jugadores del Fortín fueron desvinculados de la causa, quedando el extécnico Juan José Acuña como el principal acusado, Ricky estuvo otra vez en el ojo de la tormenta. Heinze pegó un portazo y perdió su muro de contención, justo cuando murieron su abuela y de su novia. Completamente aturdido, Centurión volvió a las andanzas y en Vélez se lo sacaron de encima.

La última aventura fue en San Lorenzo, donde Ricky no pudo brillar: ni con Troglio ni con Fernando Berón. Ya no había paciencia en el Ciclón y le rescindieron el contrato. "No me llamó nadie más, desaparecieron los amigos del campeón", se lamenta y pide otra oportunidad.

 


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