Un grave accidente ferroviario sacudió este martes a uno de los principales corredores turísticos de América del Sur. Dos trenes que transportaban visitantes hacia Machu Picchu chocaron de frente y provocaron la muerte de uno de los maquinistas, además de dejar al menos 30 personas heridas, entre pasajeros y personal ferroviario.
El hecho ocurrió en un tramo de la vía ubicado en el distrito de Vilcabamba, dentro del departamento de Cusco, una región atravesada por montañas, selva y sitios arqueológicos. La colisión involucró a formaciones operadas por dos empresas privadas que prestan servicios en la ruta ferroviaria que conecta la localidad de Ollantaytambo con Aguas Calientes, punto de acceso habitual a la ciudadela inca.
Según la información confirmada por las autoridades, la víctima fatal fue uno de los conductores de los trenes, identificado como Roberto Cárdenas Loayza, de 61 años, quien se desempeñaba como maquinista. El impacto fue de tal magnitud que el trabajador murió en el lugar, mientras que los heridos debieron ser asistidos de urgencia y trasladados a centros de salud cercanos.
El choque se produjo en un sector próximo al sitio arqueológico Qoriwayrachina, una zona con curvas pronunciadas y vegetación espesa, lo que complicó las tareas de rescate. Personal policial, brigadas de emergencia y equipos médicos se desplegaron rápidamente para asistir a los pasajeros, muchos de los cuales se encontraban en medio de un viaje turístico cuando ocurrió el siniestro.
Entre las personas lesionadas hay ciudadanos peruanos y turistas extranjeros, aunque hasta el momento no se difundió un listado oficial con las nacionalidades ni el estado de salud detallado de cada uno. De acuerdo con los primeros reportes, la mayoría de los heridos presenta traumatismos de distinta consideración, sin que se hayan registrado, por ahora, más víctimas fatales.
Las causas del accidente todavía no fueron esclarecidas. Las autoridades señalaron que se inició una investigación para determinar por qué ambas formaciones circulaban por el mismo tramo de vía en sentido contrario. No se descarta ninguna hipótesis, desde una posible falla humana hasta problemas técnicos o de comunicación en el sistema ferroviario.
Hasta el cierre de esta nota, las empresas operadoras involucradas no habían emitido comunicados oficiales sobre lo ocurrido. Tampoco se precisó si el servicio ferroviario hacia Machu Picchu permanecerá suspendido o si se implementarán medidas extraordinarias de seguridad para los próximos días, en plena temporada de alta afluencia turística.
El accidente generó un fuerte impacto en la actividad turística de la región, ya que Machu Picchu es el principal destino de Perú y uno de los más visitados del mundo. Cada jornada, miles de personas utilizan el tren como único medio de acceso a la ciudadela, debido a la compleja geografía del lugar y a la falta de rutas vehiculares directas.
Construida en el siglo XV durante el apogeo del Imperio Inca, Machu Picchu fue concebida como un espacio ceremonial, religioso, astronómico y agrícola. El sitio se encuentra a 2.490 metros sobre el nivel del mar, en una zona de transición entre la cordillera de los Andes y la Amazonía, rodeada de bosques densos y montañas escarpadas.
De acuerdo con datos oficiales, el ingreso diario está limitado a un máximo de 5.600 visitantes, una cifra que busca preservar el patrimonio arqueológico y natural del lugar. El transporte ferroviario cumple un rol clave en ese esquema, ya que canaliza la mayor parte del flujo turístico hacia la ciudadela.
El choque de trenes reavivó el debate sobre los protocolos de seguridad en rutas ferroviarias de alta demanda turística, especialmente en zonas donde las condiciones geográficas y climáticas representan un desafío constante. También puso el foco en la necesidad de controles más estrictos y sistemas de prevención que eviten este tipo de tragedias.
Mientras avanza la investigación, familiares de la víctima fatal y de los heridos aguardan respuestas. El siniestro dejó al descubierto la vulnerabilidad de un corredor estratégico para el turismo regional y encendió señales de alerta en una actividad que, hasta ahora, se sostenía como una de las más seguras del país vecino.
