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INVESTIGACIÓN

El deshielo en la Antártida alcanza récords preocupantes

El hielo se derritió hasta un mínimo histórico y podría hacer que el nivel del mar aumente dos metros solo en este siglo. Destrucción de especies, cambios de temperatura y más derretimientos, entre las posibles consecuencias

El deshielo en la Antártida alcanza récords preocupantes

Considerada como el centro del mundo, ya que sus hielos dictan el clima, las corrientes marinas y el nivel del mar de todo el planeta, la  Antártida se está desmigajando como una galletita.

El hielo marino se derritió hasta un mínimo histórico y la base argentina Esperanza alcanzó una temperatura récord de 18 grados. Estos fenómenos, impensados años atrás, dan cuenta del calentamiento global y ponen en riesgo el futuro, a tal punto que el nivel del mar puede subir dos metros solo en este siglo si se mantienen las emisiones de CO₂ actuales.

De acuerdo con la Agencia Espacial Europea, algunos glaciares de la Antártida occidental aumentaron su velocidad de caída al mar en más de un 40% en el último cuarto de siglo por el calentamiento global.

Un equipo de la NASA, liderado por el glaciólogo estadounidense Chad Greene, publicó un estudio en el que alerta que las milenarias plataformas de hielo que rodean el continente perdieron casi un 2% de su superficie en el último cuarto de siglo, un área similar a la de toda Suiza. El doble de lo esperado. Hay más: el hielo marino alcanzó un mínimo histórico el 13 de febrero, bajando de dos millones de kilómetros cuadrados por segunda vez desde que comenzaron los registros por satélite, en 1979. La primera vez fue el año pasado.

 

La gráfica del diario El País que explica el fenómeno de la Antártida

“Cuanto menos hielo hay, menos radiación solar se refleja, más calor se queda en la superficie y todavía más hielo se derrite”, advirtió el ingeniero físico José Jorquera, de la Universidad de Santiago de Chile, a una comitiva de El País que viajó a la Antártida. El especialista se alarmó ante la posibilidad de la retroalimentación del albedo, un círculo vicioso donde el calentamiento provoca más calentamiento.

Los científicos hablan de la Antártida oriental como un “gigante dormido”, porque esta inimaginable masa de hielo parecía ajena al calentamiento global, pero ya hay señales intranquilizadoras. La temperatura del océano en esta región subió entre dos y tres grados desde comienzos del siglo XX. “Es muchísimo y es alarmante. Antes se pensaba que no teníamos que preocuparnos de la Antártida oriental”, explicó la oceanógrafa Laura Herráiz al diario español.
Los riesgos de una Antártida que se achica

Si el deshielo persiste, se daría una cadena de infortunios. En primer lugar, habría menos algas que viven bajo el hielo marino. La población de kril, que se alimenta de estas algas, se reduciría. Por lo tanto, habría menos ballenas, cuyo alimento principal es el kril. A menos ballenas, menos focas y menos pingüinos. Un efecto dominó devastador.

El paleontólogo Marcelo Leppe, director del Instituto Antártico Chileno, aseguró: “Nuestra comprensión de los fenómenos que están ocurriendo en la Antártida es paupérrima”. Por 30 millones de años, la Antártida estuvo aislada del resto del planeta por las frías corrientes marinas y las masas de aire gélido. Ya no más: un equipo de la Universidad de Barcelona, dirigido por la bióloga Conxita Àvila, descubrió hace dos años que unos animales marinos potencialmente invasores —briozoos, diminutos seres con tentáculos— habían llegado a las costas antárticas sobre algas a la deriva. Con el calentamiento global, las invasiones serán cada vez más probables.

En la Antártida se están empezando a ver cosas inéditas debido a estos efectos. La base rusa Vostok, la más fría del mundo, llegó en marzo de 2021 a 18 grados bajo cero, cuando lo normal eran -28°C en esa época. Lo mismo en la italofrancesa Dome Concordia: 10 grados bajo cero, casi 40 más de lo normal. Incluso llovió en algunos puntos de la costa, un hecho inaudito.
El deshielo se acelera y preocupa

El País explicó que las plataformas de hielo se derriten desde abajo. Primero disminuye la acumulación de nieve, que es clave para hacer rebotar el calor del sol. De ahí se acelera el glaciar, lo que hace que se refleje menos radiación solar. Por allí entran las corrientes de aire templado del Pacífico tropical, que provoca un mayor derretimiento de la superficie y, en consecuencia, genera cambios en el hábitat del kril y el plancton. Eso hace que también se retrase la zona de apoyo de los glaciares, lo que provoca que masas de agua templada y salada se cuelen bajo las plataformas de hielo, facilitando aún más el derretimiento.

Todo este hielo que está en riesgo se sitúa frente a las costas y actúa como una presa que contiene el avance de los glaciares hacia el mar. Sin ese obstáculo, los colosales ríos helados aceleran su camino hacia el océano.

“Los cambios se están acelerando”, advirtió el glaciólogo Ricardo Jaña, del Instituto Antártico Chileno, al medio citado. “Me ha tocado ver con asombro los cambios. La reducción de algunos glaciares se puede observar a escala humana. No esperaba verlo tan rápido”, lamentó.


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