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Alberto y Cristina siguen enfrentados y se preparan para la campaña electoral

Tras el atentado a la vice no volvieron a hablar y las diferencias son irreconciliables. La mutua desconfianza, el factor "corrupción" y el plan para 2023.

Alberto y Cristina siguen enfrentados y se preparan para la campaña electoral

Alberto Fernández y Cristina Kirchner hablaron por última vez tras el atentado que sufrió la vicepresidenta en la puerta de su casa. Fue en la noche del 1 de septiembre, minutos antes de salir a hablar por cadena nacional para repudiar el hecho y, más allá de las circunstancias, fue la continuidad de un virtual cese al fuego que se había iniciado con el desembarco de Sergio Massa en el Ministerio de Economía. Pero la paz duró muy poco y a menos de dos meses de aquella charla el vínculo volvió a tensarse y las diferencias, en la recta final antes de la carrera electoral, parecen irreconciliables.

En la Casa Rosada y en el Instituto Patria ya no se esfuerzan por negar que el diálogo está “roto”. Los puentes entre ambos tampoco funcionan como sí ocurrió en el peor momento de la interna, después de las PASO, cuando Cristina ordenó a Wado de Pedro y su tropa poner las renuncias a disposición, una movida que el Presidente interpretó como un golpe palaciego.

En aquel momento, había vasos comunicantes y buena sintonía entre ellos. De hecho, Santiago Cafiero y el propio De Pedro se encargaron de trazar el intercambio de nombres -y de bajas, de ambos lados- para reencauzar el vínculo entre ellos.

Cristina Kirchner y su hijo Máximo.

Cristina Kirchner y su hijo Máximo.

Tampoco avanzó la intermediación de Sergio Massa, el último eslabón que mantenía la unidad de esa cadena. En su rol de titular de Diputados hacía de nexo ante las decisiones estratégicas que debía tomar el Frente de Todos.

En su nueva función, en el Ministerio de Economía, ya no tiene margen para tratar de acercar posiciones. Igual el tigrense encontró el método para resguardarse de esa interna cada vez más marcada: cualquier medida de trascendencia sobre la que avanza contempla conversaciones bilaterales previas.

“No volvieron a hablar y no creo que lo hagan en el corto plazo, está todo muy frío”, detalla una importante espada del Presidente. En el kirchnerismo, a partir de la confesión que hizo Máximo Kirchner este lunes, cuando admitió no saber “en qué anda” el jefe de Estado, tampoco se esfuerzan en desmentirlo. “Cristina no es la que tiene que dar el primer paso. Atentaron contra ella y el Gobierno siguió como si nada hubiera pasado”, reprochan.

Más allá de que la responsabilidad de investigar es de la Justicia, los incondicionales de Cristina entienden que el Gobierno no contribuyó en focalizar la agenda en ese tema y rápidamente lo corrió del centro de la escena.

Más furia K

La aparición del Presidente en el Coloquio de IDEA, donde le preguntó a los empresarios "si alguien de este Gobierno les pidió algo", en lo que pareció una alusión a las coimas que se pidieron durante el kirchnerismo, no hizo más que exacerbar la furia K.

Pero el principal malestar tiene que ver con la carrera presidencial y la insistencia del Presidente en ir por la reelección que, a diez meses de los comicios se expresa en su contudente negativa a derogar las PASO, la última jugada de La Cámpora para intentar fragmentar a la oposición.

Fernández fue, junto a la CGT y los movimientos sociales, el gran factor que desinfló la movida en el Congreso: sin sus votos, el Frente de Todos está lejos de lograr el quórum.

En el kirchnerismo le cuestionan al jefe de Estado priorizar su aspiración personal por sobre el objetivo del espacio de sostener la provincia de Buenos Aires. "Es una irresponsabilidad absoluta. Gobernó con sus amigos y ahora sólo piensa en la suya", sostienen. La Cámpora, como contó Clarín, hará un último intento por derogar las PASO antes del Mundial.

En las últimas horas, Máximo K. recalentó el clima. Este lunes salió a marcarle la cancha a Fernández cuando consideró "por lo menos extraño" que en un oficialismo "un Presidente vaya a PASO con otros competidores", en lo que fue una manera de sugerirle que se corra de esa contienda y allane la posibilidad de eliminar las primarias.  

El Presidente no se quedó quieto. El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, uno de los últimos laderos fieles que le quedan, le contestó fuerte al fundador de La Cámpora: "Si el Presidente siente que la mejor forma de dirimir las discusiones en el Frente es una competencia, por qué le tienen miedo a competir".

 

Axel Kicillof, Alberto Fernández y Sergio Massa, la semana pasada. Foto Andrés D'Elía.

Axel Kicillof, Alberto Fernández y Sergio Massa, la semana pasada. Foto Andrés D'Elía.

La respuesta desde el kirchnerismo, que en palabras de Axel Kicillof no pierde la esperanza de que la vicepresidenta sea candidata ("Hay un empuje que empieza a decir Cristina 2023, se nota") fue más dura.

Teresa García, presidenta del bloque de senadores del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires no guardó las formas para bajar el intento de reelección del Presidente y advertir la necesidad de suspender las primarias. "Lo que hay que tener es un modelo de selección, ¿quiénes son los mejores? ¿Alberto? Bueno si él y su gente determinan que van a querer ir a una PASO que lo hagan, pero a mí me parece que la sociedad ya ha dicho que no", apuntó en diálogo con AM 750.

En este contexto, mientras la sangría en el Gabinete de Alberto no cesa, por primera vez desde 2019 nadie se anima a garantizar la buena salud del Frente de Todos.

“Yo pensé que esto se ordenaba si ellos hablaban. Ahora creo que es mejor que no hablen porque puede terminar mucho peor”, dice un histórico dirigente peronista que, afirma, todavía cree en la unidad.


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