Un apagón de gran magnitud afectó durante la madrugada del miércoles a amplias zonas del Área Metropolitana de Buenos Aires, en el marco de una intensa ola de calor que elevó el consumo eléctrico a niveles críticos. La interrupción del suministro alcanzó a más de un millón de usuarios y, entrada la mañana, todavía se registraban miles de hogares sin servicio.
El origen del corte estuvo en una falla técnica en la subestación Bosques, operada por la distribuidora Edesur, que provocó una afectación en cadena sobre otras subestaciones tanto de la Ciudad de Buenos Aires como del conurbano bonaerense. El impacto fue inmediato y se sintió con fuerza en distintos barrios porteños y localidades densamente pobladas del Gran Buenos Aires, donde el suministro eléctrico resulta clave para afrontar temperaturas extremas.
Con el correr de las horas, parte del servicio comenzó a restablecerse de manera gradual. Sin embargo, alrededor de 10.000 usuarios continuaban sin luz bien entrada la mañana, mientras se mantenían los trabajos técnicos para normalizar por completo la red. A la situación de Edesur se sumaron también interrupciones menores en áreas bajo concesión de Edenor, lo que amplificó el alcance del problema en el AMBA.
El apagón se produjo en una de las jornadas más exigentes del verano en términos de consumo energético. Las altas temperaturas impulsaron un uso intensivo de aires acondicionados, ventiladores y otros sistemas de refrigeración, llevando al sistema eléctrico a un punto de máxima tensión. Este escenario volvió a dejar en evidencia la fragilidad de la infraestructura frente a picos de demanda cada vez más frecuentes.
Vecinos de barrios como Almagro, Villa Crespo, Belgrano, Colegiales y distintas localidades del sur del conurbano reportaron horas sin suministro, con complicaciones que fueron desde la imposibilidad de descansar durante la noche hasta problemas con el agua, los ascensores y la conservación de alimentos. En zonas como Lomas de Zamora, Lanús y Remedios de Escalada, el servicio comenzó a regresar durante la madrugada, aunque de forma inestable en algunos casos.
La falta de información clara y actualizada sumó malestar entre los usuarios. Durante varias horas de la madrugada, las plataformas digitales de las distribuidoras dejaron de mostrar datos sobre el estado del servicio y la cantidad de afectados, lo que generó incertidumbre y multiplicó los reclamos. Recién con el avance de la mañana se restableció parcialmente la comunicación oficial, mientras continuaban las tareas de reparación.
El contexto en el que se produjo el corte no pasó desapercibido. En los últimos días se aprobaron incrementos en el Costo Propio de Distribución para las principales empresas eléctricas del AMBA, una medida que impacta directamente en las tarifas. La coincidencia entre los aumentos y un apagón de esta magnitud reavivó el debate sobre la calidad del servicio y la capacidad de respuesta del sistema ante situaciones críticas.
Especialistas advierten que los eventos climáticos extremos, cada vez más frecuentes, exigen una red eléctrica robusta y con inversiones sostenidas. El AMBA concentra una demanda energética elevada y constante, lo que vuelve indispensable contar con infraestructura preparada para absorber picos sin colapsar. Cada falla de gran escala vuelve a poner en discusión la planificación, el mantenimiento y el control del servicio.
Mientras avanzan las tareas para restablecer completamente el suministro, el apagón deja una postal conocida del verano argentino: calor intenso, consumo al límite y un sistema eléctrico que vuelve a quedar bajo la lupa. La situación refuerza la necesidad de respuestas estructurales para evitar que, ante cada ola de calor, se repitan escenarios de cortes masivos y malestar social.