La desaparición de tres adolescentes en la ciudad bonaerense de General Rodríguez encendió todas las alarmas y moviliza por estas horas a fuerzas de seguridad, investigadores judiciales y a una comunidad entera que no pierde la esperanza. Se trata de Magalí Daniela Britez, de 13 años; su hermana Abigail Rodríguez, de 15; y su prima Azul Nerea Fontoura, de 16, quienes fueron vistas por última vez el viernes por la tarde cuando salieron de su casa para buscar comida a pocos metros y nunca volvieron.
Según relataron sus familiares, las chicas salieron con una mochila en la que llevaban recipientes plásticos, con la idea de acercarse hasta un domicilio cercano. Era un trámite simple, cotidiano, que no despertó preocupación en el momento. Sin embargo, con el correr de las horas y ante la falta total de noticias, la inquietud se transformó en desesperación y dio paso a una denuncia formal por averiguación de paradero.
Desde entonces, la búsqueda no se detuvo. La Policía bonaerense trabaja junto a la fiscalía interviniente para reconstruir los últimos movimientos de las adolescentes, analizar cámaras de seguridad de la zona y recabar testimonios que permitan establecer qué ocurrió después de que salieron de su casa. En paralelo, se activaron los protocolos habituales para casos de personas menores de edad desaparecidas, con un despliegue que se amplía hora tras hora.
Uno de los datos que generó especial preocupación surgió a partir del testimonio de la madre de una de las jóvenes, quien aportó a los investigadores una versión que está siendo analizada con extrema cautela. De acuerdo a lo que manifestó, existiría la posibilidad de que las chicas estuvieran siendo captadas por adultos a través de redes o contactos previos, una línea que refuerza la hipótesis de un posible contexto de vulnerabilidad. Por ese motivo, los pesquisas no descartan ninguna alternativa y ponen el foco en determinar si hay personas mayores involucradas en la desaparición.
En medio de la angustia, la familia siguió cualquier pista que pudiera aportar algo de claridad. En las últimas horas, incluso, se trasladaron hasta distintos puntos del Área Metropolitana de Buenos Aires tras recibir versiones sobre supuestos avistamientos, aunque hasta el momento ninguno de esos datos pudo ser confirmado. Cada información que llega es evaluada, pero el tiempo pasa y la incertidumbre crece.
La noticia golpeó con fuerza a General Rodríguez, una ciudad que rápidamente se organizó para acompañar a la familia. Vecinos, amigos y organizaciones sociales comenzaron a difundir las fotos de las adolescentes en redes sociales, a pegar carteles en comercios y paradas de colectivos, y a replicar el pedido de ayuda con un mensaje claro: cualquier dato, por mínimo que parezca, puede ser clave. La solidaridad se convirtió en una herramienta fundamental para ampliar el alcance de la búsqueda.
El caso también resuena con fuerza en otras provincias, incluida Salta, donde situaciones similares han generado en los últimos años una profunda preocupación social. En el norte argentino, como en el resto del país, la desaparición de menores expone problemáticas estructurales vinculadas a la violencia, el consumo problemático, el grooming y la captación a través de entornos digitales. Por eso, desde Salta, organizaciones y ciudadanos siguen el caso con atención y empatía, conscientes de que se trata de una realidad que puede tocar a cualquier familia.
Mientras tanto, las autoridades judiciales mantienen el hermetismo propio de este tipo de investigaciones. El objetivo inmediato es dar con el paradero de Magalí, Abigail y Azul, garantizar su integridad y esclarecer qué sucedió desde el momento en que salieron de su casa. En ese marco, se solicita a la población que, ante cualquier información concreta, se comunique de inmediato con la policía o con la fiscalía correspondiente.
Las tres adolescentes fueron descriptas por su entorno como chicas unidas entre sí, muy cercanas a su familia y habituales del barrio. Esa característica alimenta aún más las preguntas sobre una ausencia tan prolongada sin contacto alguno. No hubo llamadas, mensajes ni señales que permitan inferir una decisión voluntaria de alejarse, lo que refuerza la gravedad del caso.
En Salta, donde la búsqueda de personas desaparecidas también ha marcado la agenda pública en distintas oportunidades, el seguimiento de este tipo de noticias vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de políticas de prevención, contención y respuesta rápida. La articulación entre el Estado, la justicia y la sociedad civil resulta clave para actuar a tiempo y evitar desenlaces trágicos.
A medida que pasan las horas, la expectativa se concentra en que surja un dato certero que permita avanzar. La difusión masiva de las imágenes de las jóvenes es hoy una de las principales herramientas para ampliar el radio de búsqueda y llegar a lugares donde la investigación formal aún no alcanza. Cada compartida, cada comentario y cada llamado cuentan.
General Rodríguez vive horas de angustia, pero también de unidad. La familia espera, la comunidad acompaña y el país entero permanece atento. Desde Salta y desde cada rincón de la Argentina, el pedido es el mismo: que Magalí, Abigail y Azul aparezcan sanas y salvas, y que la verdad salga a la luz lo antes posible.