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Solidaridad organizada

Una Navidad comunitaria frente al Congreso para miles de familias vulnerables

Una cena masiva a cielo abierto reunirá a unas 5.000 personas en situación de calle o con ingresos insuficientes, con comida, servicios básicos y actividades recreativas para pasar la Nochebuena con dignidad.

Una Navidad comunitaria frente al Congreso para miles de familias vulnerables

La Plaza de los Dos Congresos se transformará esta Nochebuena en una gran mesa compartida. Bajo el lema “Ninguna familia sin Navidad”, una organización social impulsará una cena comunitaria de gran escala destinada a personas en situación de calle, jubilados con haberes mínimos y familias atravesadas por la crisis económica. La convocatoria prevé alcanzar a unas 5.000 personas, una cifra que marca un crecimiento significativo respecto de años anteriores y refleja el deterioro de las condiciones de vida en amplios sectores de la sociedad argentina.

La propuesta va mucho más allá de un plato de comida. El objetivo es ofrecer una noche distinta, con abrigo, contención y acceso a servicios básicos que suelen estar fuera del alcance cotidiano de quienes viven en la calle o dependen de changas y ayudas esporádicas. Por unas horas, un espacio habitualmente asociado a la protesta y al debate político se convertirá en un ámbito de encuentro, celebración y acompañamiento colectivo.

Desde temprano, el predio comenzará a poblarse de voluntarios y voluntarias que trabajarán en el armado de mesas, puestos sanitarios y espacios recreativos. La organización prevé un operativo amplio que contempla no solo la cena, sino también instancias previas pensadas para mejorar las condiciones de quienes asistan. Habrá duchas móviles, peluquería solidaria y postas de atención médica básica, con controles generales y orientación sanitaria.

La idea de una Navidad comunitaria parte de una mirada integral sobre la exclusión social. Para quienes viven en la calle o atraviesan situaciones de extrema vulnerabilidad, la falta de higiene, el desgaste físico y la imposibilidad de acceder a controles de salud son problemas diarios. En ese contexto, la jornada busca cubrir necesidades inmediatas y, al mismo tiempo, ofrecer un trato respetuoso y humano, lejos de la lógica asistencialista tradicional.

El corazón del encuentro será la cena de Nochebuena. El menú está pensado en tres pasos e incluye una entrada, un plato principal y una mesa dulce para el brindis de medianoche. La preparación estará a cargo de cocineras y cocineros sociocomunitarios, acompañados por más de mil voluntarios que se turnarán para servir, ordenar y asistir a los comensales. La magnitud del despliegue requiere una coordinación precisa y horas de trabajo previo, sostenidas en gran parte por donaciones y aportes solidarios.

Las infancias también tendrán un lugar central. Se montará un sector especial con juegos, inflables y actividades recreativas para niñas, niños y adolescentes. La intención es que las familias puedan compartir la noche sin preocupaciones, mientras los más chicos disfrutan de un espacio cuidado y pensado especialmente para ellos. En muchos casos, será la única celebración navideña a la que puedan acceder.

La jornada comenzará formalmente a media tarde, con el armado de las mesas y la organización de los distintos sectores. A medida que avance la tarde, se sumarán propuestas culturales y música en vivo, a cargo de artistas que participan de manera solidaria. La cena está prevista para las primeras horas de la noche, con la expectativa de llegar al brindis de las doce en un clima de festejo colectivo.

Quienes impulsan la iniciativa remarcan que el aumento de la convocatoria no es un dato aislado. La pérdida del poder adquisitivo, el impacto de la inflación y el deterioro de las jubilaciones mínimas empujaron a más personas a depender de este tipo de acciones para atravesar fechas sensibles como las fiestas. La Navidad, lejos de ser un momento de descanso, suele profundizar la sensación de soledad y exclusión en quienes no tienen un hogar o ingresos estables.

En ese marco, la cena comunitaria busca funcionar como un gesto político y social al mismo tiempo. No se trata solo de cubrir una necesidad urgente, sino de visibilizar una realidad que muchas veces queda relegada del debate público. La ocupación del espacio frente al Congreso tiene un sentido simbólico: llevar al centro de la escena a quienes suelen quedar en los márgenes.

La propuesta se inscribe en una red más amplia de acciones solidarias que se replican en distintos puntos del país durante las fiestas. En varias ciudades, organizaciones sociales y comunitarias impulsan cenas similares, con características adaptadas a cada territorio, pero con un objetivo común: que nadie pase la Nochebuena en soledad o con hambre.

Para los organizadores, la clave está en la participación colectiva. La cena no sería posible sin el compromiso de quienes cocinan, limpian, ordenan, asisten y acompañan durante toda la jornada. Tampoco sin la colaboración de quienes donan alimentos, ropa o tiempo. Esa trama de voluntades es la que permite sostener una iniciativa de gran escala en un contexto económico adverso.

Al llegar la medianoche, el brindis será compartido. No habrá distinciones entre quienes sirven y quienes se sientan a la mesa. La consigna es clara: construir, aunque sea por una noche, un espacio donde la dignidad sea el punto de partida. En un año marcado por la incertidumbre y el ajuste, la escena de miles de personas celebrando juntas busca dejar un mensaje potente sobre el valor de la organización y la solidaridad.

 


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