La Navidad, que debería ser pura alegría con brindis, abrazos y los pibes corriendo por la casa, se transformó en un susto tremendo para una familia del barrio Patrón Costas en Orán.
Minutos después de las doce, cuando el cielo se llenaba de cohetes y el ruido de los festejos retumbaba en todo el norte salteño, una bala perdida atravesó el techo de una vivienda y rozó a una nena de 8 años que estaba jugando tranquilamente en su habitación. La chiquita empezó a llorar de dolor, con heridas leves detrás de la oreja y en un brazo, sin que al principio nadie entendiera qué había pasado. Fue un momento de pánico total, con los grandes corriendo para ver qué le dolía a la criatura, pensando quizás en un golpe o algo de la pirotecnia.
Al día siguiente, mientras limpiaban la pieza, la familia encontró el proyectil en el piso y, al mirar para arriba, vieron el agujero en el techo. Ahí quedó claro: la bala había entrado desde afuera, probablemente de algún disparo al aire que hacen para celebrar, esa práctica tan arraigada en muchos barrios de Salta y el resto del país, pero que año tras año deja heridos y hasta víctimas fatales. Por suerte, la nena no tuvo lesiones graves; solo raspones que la asustaron mucho, pero que no pusieron en riesgo su vida. Igual, el shock emocional para ella y toda la familia fue enorme, porque ¿quién imagina que algo así te cae en la cabeza estando adentro de tu propia casa?
Este caso en Orán no es aislado; cada fin de año, en provincias como Salta, donde la tradición de tirar balazos para recibir la Navidad o el Año Nuevo sigue fuerte en algunos lugares, surgen historias parecidas. En barrios humildes como Patrón Costas, las casas con techos de chapa o materiales livianos son especialmente vulnerables, y una bala que sube y baja puede terminar en cualquier lado. Los vecinos del lugar quedaron conmocionados, y no faltaron comentarios sobre cómo estos "festejos" terminan arruinando la noche a familias inocentes que solo quieren pasar una fecha en paz.
La policía, hasta el momento, no ha dado detalles oficiales sobre una investigación abierta, y la familia misma expresó dudas sobre cómo avanzar con una denuncia en estos casos. Es un problema recurrente en Argentina: las balas perdidas en celebraciones navideñas generan indignación, pero los controles y las campañas de concientización no siempre alcanzan para erradicar la costumbre. En Salta, con su mezcla de zonas urbanas y rurales donde el acceso a armas es más común, estos incidentes recuerdan la necesidad de reforzar la prevención y educar sobre los peligros reales que conlleva disparar al cielo.
Ojalá que historias como la de esta nena de Orán sirvan para que, de una vez por todas, empecemos a celebrar sin poner en riesgo a los demás. Porque la Navidad debería ser sinónimo de unión y felicidad, no de angustia por una bala que cae de la nada en pleno barrio salteño.