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Adrián Zigarán sobre el caos en la frontera: "Estamos al borde de una desgracia"

El interventor del paso fronterizo entre Salta y Bolivia adviertió sobre un escenario de alto peligro, con la mayoría de los cruces ocurriendo de manera irregular y sin controles adecuados, lo que expone a miles de personas a tragedias potenciales.

Adrián Zigarán sobre el caos en la frontera: "Estamos al borde de una desgracia"

La frontera entre Aguas Blancas, en Salta, y Bermejo, en Bolivia, se convirtió en un polvorín de desorden y vulnerabilidad. Adrián Zigarán, a cargo de la intervención en el paso, pintó un panorama sombrío donde el 90% de los que transitan optan por vías no autorizadas, como chalanas precarias que navegan el río sin supervisión. Esta realidad, agravada por las crecidas estacionales del Bermejo, pone en riesgo constante a trabajadores, comerciantes y familias que dependen de este enlace binacional.

 

Zigarán no escatimó en críticas a la falta de sintonía con las autoridades bolivianas, que complica cualquier intento de ordenar el flujo. "Hay un desentendimiento total", remarcó, al explicar cómo esta desconexión fomenta el caos y eleva las chances de accidentes. En un contexto donde el río se torna traicionero con las lluvias, el uso de embarcaciones improvisadas transforma un cruce cotidiano en una ruleta rusa para los salteños y bolivianos que lo frecuentan.

Pero el problema va más allá de lo inmediato: el interventor apuntó a un abandono crónico de las fronteras por parte de los gobiernos nacionales. Décadas sin inversiones reales en infraestructura y vigilancia han dejado un vacío que se llena con informalidad y delitos. En Salta, esta negligencia se siente en carne propia, con comunidades fronterizas que claman por presencia estatal para no quedar a merced de la anarquía.

El narcotráfico, según Zigarán, es uno de los grandes beneficiados de este descuido. "La droga circula por Argentina desde hace años porque quitaron los controles", denunció, refiriéndose a cómo la desarticulación de puestos de vigilancia abrió autopistas para las rutas narco en el norte. En una zona estratégica como Aguas Blancas-Bermejo, esto no solo afecta la seguridad local, sino que repercute en todo el país, alimentando redes criminales que operan con impunidad.

A pesar de los esfuerzos locales por mitigar el descontrol, el flujo de personas no para y las necesidades urgentes se acumulan. Miles cruzan diariamente por motivos laborales o comerciales, pero sin regulaciones firmes, el riesgo de tragedias –como naufragios o incidentes migratorios– acecha en cada viaje. Zigarán insistió en que hace falta una acción integral para revertir esta situación en las fronteras argentinas.

La coordinación binacional aparece como clave para salir del atolladero. Sin un acuerdo sólido entre Buenos Aires y La Paz, los intentos aislados de control se diluyen en el río. Inversiones en puentes, puestos aduaneros modernos y tecnología de vigilancia podrían cambiar el juego, pero hasta ahora, el norte argentino sigue esperando respuestas concretas de los decisores.

Mientras tanto, la advertencia de Zigarán resuena como un llamado de auxilio: "Estamos permanentemente al borde de una desgracia". En un país donde las fronteras del NOA son vitales para el comercio y la integración regional, ignorar este caos en Aguas Blancas-Bermejo podría costar vidas y profundizar vulnerabilidades que Argentina no puede permitirse.

 


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