Los empresarios de la noche salteña están cansados de pelearla con una mano atada. Hace semanas presentaron un pedido formal en el Concejo Deliberante para que se actualice la ordenanza que regula boliches, confiterías bailables y after hours. Quieren pasar de una persona por metro cuadrado a una cada 1,5, extender la venta de alcohol hasta las 5 y que los locales cierren a las 6 de la mañana.
Mario Delaloye, referente de Discotecas de Salta, es claro: la norma actual quedó en el siglo pasado. “La gente cambió, los hábitos cambiaron, pero la Municipalidad sigue pensando que la joda termina a las 5 como en los 90”, dice. Según él, si no hay un aggiornamiento rápido, los locales habilitados van camino a convertirse en museos.
El gran problema, coinciden todos, es la clandestinidad que se disparó. Hoy cualquier confitería se transforma en boliche después de las 3, los afters brotaron como hongos en countries y quintas alejadas, y nadie controla salidas de emergencia, matafuegos ni ruidos. “Esos lugares ofrecen entrada más barata, birra más barata y nadie les pide recibo ni paga SADAIC”, explica Delaloye.
La diferencia impositiva es brutal. Un boliche habilitado puede llegar a pagar hasta mil por ciento más de derechos de autor que una confitería que dice hacer “eventos” y termina poniendo DJ hasta las 8 de la mañana. “Es una competencia desleal que nos mata”, resume otro empresario que prefiere no dar nombre.
Otro punto caliente es el aforo. La ordenanza actual permite una persona cada tres metros en confiterías con show, pero en la práctica nadie la cumple y la Dirección de Control Comercial mira para otro lado. “Si mañana quisieran hacerla cumplir, clausuran toda Salta de una”, ironiza Delaloye.
Los bolicheros proponen un esquema parecido al que funciona en Cafayate: festivales hasta la 1, confiterías bailables hasta las 3 y boliches hasta las 6. Así la gente sale escalonada, con luz de día y en lugares que tienen inversión real en seguridad. “Allá la gente hace fila para entrar al boliche legal porque sabe que está todo en regla”, cuentan.
El intendente Emiliano Durand ya modernizó remises y habilitó apps de transporte; ahora los nocturnos le piden lo mismo para su rubro. “Es un intendente joven, entiende que la ciudad cambió. Solo falta decisión política”, insisten.
A todo esto se suma la caída del consumo. Entre la inflación y los sueldos que no alcanzan, los boliches notan un 30 o 40% menos de público según el fin de semana. “Antes venían 800 y gastaban, hoy vienen 500 y piden la promo 2x1 nada más”, cuentan desde un local céntrico.
Los empresarios remarcan que ellos podrían armar fiestas clandestinas mañana mismo y ganarían más, pero eligen invertir en habilitaciones, personal de seguridad y sonido profesional. “Nos merecemos laburar tranquilos y que la gente elija lo legal porque es mejor, no porque la Policía clausura lo otro”, cierra Delaloye.
La pelota quedó picando en el Concejo Deliberante. Mientras tanto, cada fin de semana miles de salteños deciden entre un boliche con todos los papeles o un after sin reglas donde todo puede pasar. La noche capitalina espera que alguien tome la posta antes de que sea demasiado tarde.