La presentación de los primeros aviones F-16 adquiridos por la Argentina se convirtió en uno de los actos más relevantes del gobierno nacional en materia de defensa. El presidente Javier Milei encabezó la ceremonia oficial en Córdoba, donde aseguró que esta incorporación representa un quiebre respecto de décadas de estancamiento y falta de inversión. La llegada de estas aeronaves, fabricadas por Estados Unidos y utilizadas por varias fuerzas aéreas del mundo, fue anunciada como un paso clave para modernizar la estructura militar del país.
Según destacó el Gobierno, los seis aviones que aterrizaron esta semana forman parte de un paquete mayor que busca actualizar la capacidad operativa de la Fuerza Aérea. El anuncio generó fuerte repercusión en todo el país, especialmente porque se trata de la mayor compra de equipamiento militar en años y porque supone un cambio en la estrategia de defensa nacional. Desde la Casa Rosada remarcan que el objetivo es “recuperar capacidades que la Argentina había perdido” y que esta inversión responde a la necesidad de garantizar la protección del espacio aéreo.
Durante el acto, Milei hizo hincapié en el impacto visual y simbólico que provocó el sobrevuelo de los F-16 sobre Córdoba, una maniobra que despertó curiosidad entre vecinos y turistas. Para el oficialismo, la demostración aérea funcionó como un mensaje de recuperación institucional hacia las Fuerzas Armadas y como una forma de acercamiento entre la población y la actividad militar. Si bien las inversiones en aviación suelen generar debates sobre prioridades presupuestarias, el Presidente insistió en que se trata de una decisión estratégica para fortalecer la seguridad nacional.
El mandatario aprovechó el escenario para diferenciar su gestión de administraciones anteriores, a las que responsabiliza por el deterioro del sistema de defensa. En su discurso, planteó que la falta de inversión durante las últimas décadas dejó al país “sin capacidades básicas para proteger su propio territorio”, y afirmó que su gobierno está decidido a revertir esa situación. El anuncio de la adquisición de los F-16 ya había generado reacciones diversas, pero el acto en Córdoba buscó consolidar el mensaje de que esta compra forma parte de un proyecto de reestructuración más amplio.
En paralelo, Milei destacó el rol de los pilotos que participaron en la demostración y puso el foco en el entrenamiento y profesionalización de la Fuerza Aérea. Desde el entorno presidencial aseguran que la incorporación de tecnología de alta complejidad implica también un fortalecimiento de los equipos de trabajo, lo que requiere planificación y formación continua. En ese sentido, se adelantó que, con la llegada de estos aviones, se iniciará una etapa de capacitación intensiva y adecuación de infraestructura para garantizar su operatividad plena.
La presentación de los F-16 estuvo además atravesada por decisiones internas dentro del propio gabinete nacional. Milei confirmó la salida de Luis Petri del Ministerio de Defensa y anunció que la conducción quedará a cargo del teniente general Carlos Presti, un cambio que generó inmediato ruido político. La oposición cuestionó la designación por considerar que rompe una tradición democrática que evitaba colocar militares activos o retirados al frente del área. En respuesta, el Presidente defendió con firmeza el nombramiento y aseguró que el criterio principal para cubrir ese cargo es la idoneidad técnica y la experiencia concreta en temas de defensa.
Según el Gobierno, Presti es un militar de trayectoria extensa y ocupó cargos de importancia dentro del Ejército, lo que —afirman— le da un conocimiento profundo sobre las necesidades y desafíos del sector. Para la Casa Rosada, su presencia al frente del ministerio significa “recuperar el profesionalismo que el sistema militar había perdido”. Las críticas opositoras, no obstante, se centraron en el contexto histórico argentino y en las heridas aún abiertas de la última dictadura militar, un tema que suele atravesar cualquier discusión vinculada a las Fuerzas Armadas.
Milei recogió ese guante y volvió a apuntar contra un sector de la dirigencia política, al que acusó de “usar tragedias del pasado para obtener ventaja partidaria”. El Presidente sostiene que parte de la tensión que genera la política de defensa actual proviene de una “mirada ideologizada” que impidió, durante años, un vínculo saludable entre la sociedad y los uniformados. Desde el oficialismo consideran que la reconstrucción de ese lazo es central para avanzar hacia un modelo de Fuerzas Armadas moderno, operativo y alineado con estándares internacionales.