Cambiar el apellido paterno en Argentina es posible, pero no es un trámite simple ni inmediato. La ley exige que existan razones fundadas y, en la mayoría de los casos, la autorización de un juez. Se trata de una decisión que impacta directamente en la identidad de la persona y, por eso, el proceso está cuidadosamente regulado.
El trámite puede iniciarse en el Registro Civil o directamente en un juzgado de familia, según el tipo de modificación y la causa que la motiva. Si se trata de una corrección administrativa —como errores de escritura o cambio en el orden de los apellidos—, suele resolverse sin necesidad de intervención judicial. Pero si la solicitud implica eliminar o reemplazar un apellido, especialmente por razones afectivas, familiares o psicológicas, entonces se requiere una evaluación judicial completa.
En qué casos se puede pedir el cambio de apellido
Existen situaciones contempladas por la legislación donde es posible solicitar el cambio de apellido con fundamentos válidos. Entre los motivos más habituales se encuentran:
- Perjuicio psicológico o impacto emocional generado por el apellido.
- Vínculos con situaciones de violencia, abandono o delitos graves.
- Crianza por parte de una figura parental distinta al progenitor biológico.
- Errores registrales al momento de la inscripción.
- Necesidad de modificar el orden de los apellidos por razones personales.
- Casos de identidad de género, para adecuar nombre y apellido a la vivencia real de la persona.
En todos estos casos, es el juez quien evalúa la solicitud, teniendo en cuenta informes psicológicos, sociales y el contexto familiar. Además, se suelen publicar edictos en el Boletín Oficial para permitir la oposición de terceros si tienen interés legítimo.
Qué ocurre si quien lo solicita es un menor
Cuando el cambio de apellido involucra a un menor, el procedimiento se aborda con mayor cuidado, poniendo siempre en primer plano el interés superior del niño o adolescente. Este principio, establecido por la Convención Internacional de los Derechos del Niño e incorporado a la legislación nacional, obliga a considerar el bienestar emocional, social y psicológico del menor.
El juez puede requerir peritajes interdisciplinarios para conocer el entorno familiar, la relación con el apellido actual y el impacto que podría tener el cambio. A partir de los 13 años, si el menor demuestra madurez, su opinión es tenida en cuenta y puede influir de manera significativa en la decisión final.
En muchas ocasiones, los menores piden el cambio por haber sido criados por otra figura parental, por conflictos con el progenitor registrado o simplemente porque no se sienten identificados con el apellido que llevan. En todos los casos, la Justicia busca asegurar que la decisión respete su identidad, dignidad y desarrollo integral.
Cuándo no hace falta ir a la Justicia
No todos los cambios de apellido requieren intervención judicial. El artículo 69 del Código Civil y Comercial habilita la modificación directamente en el Registro Civil cuando hay “justos motivos”, como:
- Procesos de cambio de identidad de género.
- Casos de apropiación ilegal, sustitución de identidad o terrorismo de Estado.
- Rectificación de inscripciones erróneas o recuperación de identidad suprimida.
En estos casos, si se cumplen los requisitos, el trámite puede resolverse por vía administrativa. Sin embargo, cuando las razones son más complejas o están relacionadas con conflictos familiares o abandono, la vía judicial sigue siendo la más frecuente.
Un trámite que implica mucho más que papeles
Cambiar el apellido no es solo un acto formal. Para muchas personas representa una forma de dejar atrás una historia dolorosa, cortar lazos con un pasado violento o reafirmar un vínculo emocional con quien realmente estuvo presente en su vida.
Por eso, aunque el procedimiento puede parecer extenso, está diseñado para proteger derechos fundamentales como la identidad, el sentido de pertenencia y la salud emocional. Y aunque se evalúa cada caso con cuidado, también se reconoce la importancia de acompañar los procesos personales con sensibilidad y responsabilidad.