En Salta se forman médicos de primer nivel, pero casi nadie se queda. Bernardo Biella, diputado nacional electo, tiró el dato crudo: de los 66 egresados de Medicina 2024 en la UNSa, apenas tres eligieron ejercer acá. El 95% hizo las valijas rumbo a Buenos Aires, Córdoba o el exterior.
El legislador, que asumirá en diciembre, lo dijo clarito en radio: “Formamos talento gratis y lo regalamos”. La falta de sobresueldos, vivienda digna y cargos estables empuja a los jóvenes a buscar horizonte en otros pagos.
Biella ya tiene el plan encima de la mesa: el proyecto “Salta para el Interior” promete un plus del 40% para quienes se radiquen en Orán, Tartagal o los Valles Calchaquíes, más casas sanitarias llave en mano. “No alcanza con la vocación; hay que poner guita y techo”, resumió.
La movida apunta a frenar la sangría que deja a los hospitales del norte provincial con guardias a media máquina. En San Ramón de la Nueva Orán, por ejemplo, faltan 12 especialistas y los turnos se cubren con residentes agotados.
El dato duele más porque la UNSa es pública y los salteños pagamos la carrera con impuestos. Cada médico que se va cuesta 8 millones de pesos en formación perdida, según cálculos de la propia facultad.
Si el proyecto de Biella prospera, Salta podría ser la primera provincia en pagar “bono arraigo” real. Mientras tanto, las familias siguen esperando turno para el cardiólogo que nunca llega y los egresados miran pasajes a Ezeiza.