Un partido entre clubes barriales terminó en tragedia en la localidad de Sebastián Elcano, al norte de Córdoba, cuando Santino López, un adolescente de 13 años, se descompensó en plena cancha y murió poco después, pese a los intentos de reanimación.
Santino, oriundo de Las Arrias, jugaba para el Club Social y Deportivo en un encuentro frente a Ilusión del Norte. Según testigos, el chico cayó al piso de forma repentina y sin contacto previo. Fue asistido de inmediato y trasladado en ambulancia al hospital municipal, donde llegó sin signos vitales. En el trayecto, su madre y una enfermera intentaron maniobras de reanimación.
Las primeras hipótesis médicas apuntan a un paro cardiorrespiratorio, aunque la causa definitiva se conocerá tras la autopsia ordenada por la Fiscalía de Deán Funes.
La noticia sacudió no solo a Córdoba, sino a gran parte del país. En Salta, donde cientos de chicos participan en ligas juveniles cada fin de semana, el impacto fue profundo. Entrenadores, dirigentes y familias compartieron su dolor en redes sociales, sintiéndose identificados con la historia de Santino.

El caso también reavivó el debate sobre las condiciones sanitarias en los torneos infantiles y juveniles. En muchas localidades del interior, incluidas zonas de Salta, los partidos se juegan sin desfibriladores ni personal capacitado en emergencias. Si bien algunas ligas han impulsado capacitaciones en RCP, los recursos siguen siendo limitados.
Desde el Club Ilusión del Norte, rival en el partido, despidieron al joven con un emotivo mensaje: “Que la pasión por el fútbol que Santino llevaba en su corazón quede siempre como recuerdo de su paso por las canchas y por la vida”.
Historias como la de Santino atraviesan provincias, clubes y generaciones. Y nos recuerdan que, más allá del resultado, lo más importante siempre es volver a casa. Que cada chico que pisa una cancha pueda hacerlo con seguridad no debería ser un lujo, sino una prioridad.