MÁS DE SOCIEDAD



Milagro salteño

La peregrinación de la Puna llenó de fe y emoción la Catedral

Miles de peregrinos de San Antonio de los Cobres y parajes vecinos llegaron a la capital salteña tras días de caminata, en una muestra de devoción que conmovió a todos.

La peregrinación de la Puna llenó de fe y emoción la Catedral

La calle Buenos Aires se convirtió ayer en un río de fe, esperanza y sacrificio. Miles de peregrinos provenientes de la Puna salteña, con el corazón puesto en el Señor y la Virgen del Milagro, recorrieron más de 150 kilómetros desde San Antonio de los Cobres hasta la capital de Salta, en una caminata que comenzó el 11 de septiembre.

 

La columna, interminable y vibrante, unió a devotos de parajes como Mina Patito, Mina Providencia y hasta de Antofagasta de la Sierra, en Catamarca, en un acto de devoción que se renueva año tras año y que ayer emocionó a los salteños que salieron a recibirlos con aplausos, agua y oraciones.  

El recorrido, marcado por el viento helado de la Puna, el calor del mediodía y el cansancio de días enteros de marcha, no apagó el espíritu de los peregrinos. Desde temprano, los vecinos de la capital se agolparon en las veredas de la Avenida Banchik para acompañar a la caravana, que avanzaba con cánticos, banderas y el fervor característico de esta tradición profundamente arraigada en el norte argentino. La peregrinación al Milagro, una de las manifestaciones religiosas más importantes de Salta, volvió a demostrar su capacidad de unir a comunidades enteras en un solo latido de fe.  

 

Un camino de esfuerzo y comunidad

La travesía de los peregrinos no es solo un desafío físico, sino también una experiencia espiritual que trasciende generaciones. Desde San Antonio de los Cobres, la columna partió hace cuatro días, enfrentando las inclemencias del clima y las alturas de la Puna. En el camino, hicieron paradas clave para reponer fuerzas: en la vicaría de San Luis, donde descansaron y compartieron momentos de oración, y en el Jockey Club de Salta, un punto tradicional donde los esperaba un desayuno caliente, almuerzo, asistencia médica y hasta masajes para aliviar los pies cansados.  

Voluntarios, efectivos de la Policía de Salta y familias enteras se sumaron al operativo de acompañamiento, garantizando que los peregrinos tuvieran todo lo necesario para completar su viaje. “Es una movida impresionante. Ver a la gente caminar tantos días, con frío, con calor, pero siempre con una sonrisa, te llena el alma”, comentó un vecino que ayudó a repartir agua en la entrada a la ciudad. La solidaridad de los salteños, que se organizaron para ofrecer desde mates hasta palabras de aliento, fue un pilar fundamental para que la caravana llegara con éxito.  

Damiana Luzco, la abuela que inspira a todos

Entre los miles de rostros que formaron la marea humana, uno brilló con luz propia: el de Damiana Luzco, una mujer de 80 años que, con paso firme y una fortaleza que desafía el tiempo, encabezó un tramo de la caminata. Oriunda de un pequeño poblado de la Puna jujeña, pero radicada en el barrio Alto Molino de San Antonio de los Cobres, Damiana es un símbolo vivo de la peregrinación. Viuda y madre de varios hijos, esta abuela levantó junto a su casa un santuario familiar donde guarda imágenes del Señor y la Virgen del Milagro, a quienes agradece cada día por la fuerza que la sostiene.  

“Que Dios bendiga a los hermanos de Salta y les dé mucha fuerza”, dijo Damiana al llegar a la ciudad, con una voz que apenas se escuchaba entre los aplausos y los vítores de quienes la reconocían. Su figura, humilde pero imponente, se ha convertido en un emblema de la peregrinación, al punto de que su imagen fue inmortalizada en la Rotonda del Peregrino, un lugar que rinde homenaje a los devotos que año tras año recorren este camino.  

Pero Damiana no fue la única que emocionó a los presentes. Otra peregrina, también de edad avanzada, avanzaba con la misma determinación, asegurando que “todos los años camino, y este no iba a ser la excepción”. Más adelante, Gerónima, otra devota, marcaba el ritmo del grupo con una sonrisa que parecía desafiar el cansancio. “Ya falta poquito, ya estamos cerca”, dijo mientras apuraba el paso hacia la Catedral Basílica, donde esperaba reencontrarse con sus hijos, que la aguardaban para compartir la misa en honor al Milagro.  

La juventud que renueva la tradición

La peregrinación no es solo cosa de mayores. Cada año, más jóvenes se suman a la caminata, aportando frescura y vitalidad a una tradición que se niega a desvanecerse. Sergio, un muchacho de San Antonio de los Cobres, es uno de ellos. Aunque este año no pudo caminar tanto por cuestiones laborales, no quiso perderse la oportunidad de formar parte del grupo. “Antes éramos 200, quizás 500. Ahora somos miles. Es algo que no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo. Lo lindo es que los jóvenes nos estamos sumando, y eso hace que la fe siga viva”, reflexionó mientras descansaba en una de las paradas.  

La presencia de los más jóvenes es un signo de esperanza para una tradición que, lejos de debilitarse, crece con el paso del tiempo. Niños, adolescentes y adultos jóvenes caminaban junto a sus familias, algunos llevando banderas con los colores de Salta, otros cantando himnos religiosos que resonaban en el silencio de la tarde.  

 

 


¿Te gustó la noticia? Compartíla!