Pablo Rodríguez Laurta, principal sospechoso del doble femicidio ocurrido en Córdoba, permanece detenido bajo condiciones extremas de seguridad en la Unidad Penal 9 de Gualeguaychú, Entre Ríos. Fue trasladado allí luego de ser capturado en un hotel, tras huir con su hijo luego del crimen de Luna Giardina (26) y Mariel Zamudio (56).
El hombre fue alojado en una celda de aislamiento absoluto: un pequeño espacio de dos por dos metros, paredes blancas, sin contacto con otros internos, cámaras que lo vigilan las 24 horas y un guardia permanente en la puerta. Según trascendió, cada vez que se mueve dentro del penal, lo hace con chaleco antibalas y esposas.
El traslado desde Concordia, donde fue detenido inicialmente, se dio bajo un fuerte operativo policial. Mientras lo subían al vehículo blindado, con casco protector y rodeado de efectivos, gritó: “Me tienen así para que no hable”, generando aún más sospechas sobre el trasfondo del caso.
La principal hipótesis de la justicia cordobesa apunta a que Laurta irrumpió en la casa de su expareja, la asesinó junto a su madre y luego huyó con el hijo que tenían en común. El menor quedó bajo protección oficial mientras avanza la causa.
Pero además del doble femicidio, Laurta está acusado por otro crimen. La justicia entrerriana dictó prisión preventiva por el asesinato de un remisero, Martín Sebastián Palacio, cuyo cuerpo apareció en esa provincia. Aunque se negó a declarar, las pruebas en su contra son firmes.
El próximo lunes será clave en la investigación: se espera que Laurta sea finalmente trasladado a Córdoba para responder ante la Fiscalía de Género. Hasta ahora, se ha mantenido en silencio, más allá de algunas frases desconectadas que pronunció durante el traslado.
El caso generó una fuerte reacción en todo el país, incluyendo Salta, donde colectivos feministas volvieron a alzar la voz exigiendo justicia y mayor protección frente a la violencia de género. En nuestra provincia, donde el flagelo del femicidio también ha golpeado fuerte en los últimos años, el impacto de este crimen se siente de cerca.
Laurta continúa detenido, solo, vigilado, y sin acceso al exterior. La investigación avanza en paralelo sobre los móviles del crimen, el vínculo con el remisero asesinado y el estado emocional del menor. Mientras tanto, la sociedad espera que esta vez la justicia actúe con firmeza y rapidez.
