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Un salteño en la Antártida: en febrero cumplirá un año en la base más austral del país y del mundo

El cabo principal Mario Emilio Córdoba, oriundo de Salta capital, está a punto de completar 12 meses en la Base Belgrano II

Un salteño en la Antártida: en febrero cumplirá un año en la base más austral del país y del mundo

A 3.076 kilómetros de Malvinas y con temperaturas que bajaron a -36 °C, vive junto a otros 20 compañeros en el lugar más inhóspito que controla la Argentina.

 

La Antártida, desde los ojos del salteño Mario Emilio Córdoba 
 

Córdoba, especialista en comunicaciones de la Fuerza Aérea, llegó el 12 de febrero de 2024 y será relevado entre febrero y marzo de 2026. Su tarea diaria es mantener operativos los sistemas de radio e internet satelital que permiten que los 21 habitantes de la base puedan hablar con sus familias y que los científicos envíen datos del agujero de ozono que se mide justo arriba de ellos.

Belgrano II es una de las siete bases permanentes argentinas en la Antártida y la única que está por debajo del Círculo Polar Antártico. Aquí conviven 18 militares —tres de ellos mujeres— y tres civiles de la Dirección Nacional del Antártico. Además del monitoreo de la capa de ozono, la base alberga el sismógrafo más austral del planeta.

La Antártida, desde los ojos del salteño Mario Emilio Córdoba 
 

Para llegar hasta acá, Córdoba tuvo que aprobar el exigente curso C-10 del Comando Conjunto Antártico, que incluye pruebas físicas, psicológicas y clases de historia, derecho antártico y supervivencia. “Todo lo que vas a usar durante el año te lo dan antes de subir al rompehielos; después no entra ni un alfajor”, cuenta entre risas.

El año antártico tiene cuatro meses de día permanente, cuatro de noche polar total y dos de penumbras intermedias. Durante la larga noche, las auroras australes se convierten en el espectáculo principal. “El cielo se pone verde, violeta, rojo… es algo que no se explica, hay que vivirlo”, describe el salteño.

 

La Antártida, desde los ojos del salteño Mario Emilio Córdoba 

 

Las temperaturas promedio del invierno rondan los -20 °C, pero este año llegaron a -36 °C. En verano suben hasta -10 °C, lo que para ellos ya es casi una ola de calor. La comida es casi toda enlatada o congelada; el lujo son las lechugas y tomates que cultivan en el módulo de hidroponía que Córdoba ayuda a mantener junto a una teniente de la Armada.

“Lo que más extraño es una fruta fresca, una naranja jugosa o un durazno de los que hay en Salta en enero”, admite. Sin embargo, asegura que la experiencia vale cada segundo de frío y aislamiento: “Acá uno se siente realmente útil, haciendo soberanía todos los días en el lugar más lejano que tiene la Argentina”.

 

La Antártida, desde los ojos del salteño Mario Emilio Córdoba 
 

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