Divorciado, con dos hijos y una computadora prestada, Carlos se levantaba todos los días las 4:30 de la madrugada para estudiar, llevar a sus hijos a la escuela y trabajar en las calles de Rosario de la Frontera como vendedor ambulante.
Finalmente, luego de postergar su carrera por más de 20 años pudo culminarla gracias a su compromiso, disciplina y sacrificio.
Carlos contó que en el 2000 cursaba la carrera de abogacía en Tucumán, pero tuvo que abandonar porque no conseguía trabajo y volvió a Salta para ayudar a su papá en el negocio. Luego de que el negocio de su padre cerrara, tuvo que salir a trabajar a la calle para poder cuidar de sus hijos.
"Nunca hay que bajar los brazos. Soy creyente y sé que Dios me ayudó muchísimo. Por supuesto yo hice mi parte y me esforcé un montón y estoy muy orgulloso de eso. A mis hijos les enseño que para triunfar en la vida hay que trabajar y estudiar" dijo Carlos.