En medio de la conmoción mundial generada por el descubrimiento del asteroide 2024 YR4, Óscar Fuentes-Muñoz, investigador postdoctoral en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, expuso los aspectos más relevantes sobre esta roca espacial, subrayando la importancia de su seguimiento en los próximos años debido a su trayectoria y características poco comunes.
Desde su revelación, la evaluación del riesgo de impacto con la Tierra ha pasado de un 2,3% a prácticamente cero, gracias a una pronta respuesta y recopilación de datos. Fuentes-Muñoz explicó que, si bien 2024 YR4 tiene dimensiones que oscilan entre 40 y 90 metros, su posible colisión con nuestro planeta no representaría un riesgo significativo para la humanidad. A lo largo de la historia, han ocurrido 11 impactos de asteroides de tamaño similar, los cuales solo resultaron en destellos brillantes en el cielo y se recuperaron como meteoritos, sin representar un peligro real.
El experto argumentó que, aunque 2024 YR4 podría causar ciertos daños debido a su envergadura, se descartó rápidamente la necesidad de implementar medidas de mitigación. Así, su seguimiento se convierte en una prioridad, dado que, en muchos casos, la probabilidad de colisión disminuye a medida que se obtienen más datos.
Es importante destacar los esfuerzos de la NASA en esta labor, que incluye la colaboración internacional con organismos como las Naciones Unidas. Las estrategias para enfrentar una potencial amenaza asteroidal pueden abarcar desde el envío de una misión para desviar su órbita, como se demostró con la misión DART, hasta posibles evacuaciones, dependiendo de la situación particular.
En cuanto a la velocidad del asteroide, se prevé que en 2032, durante su aproximación, se desplace a aproximadamente 14 kilómetros por segundo. Este movimiento acelerado será más observable por los telescopios terrestres de NASA y otros organismos alrededor del mundo. A pesar de la reducción del riesgo, es crucial continuar monitoreando su órbita para descartar futuros inconvenientes.
El asteroide 2024 YR4 ya dejó de ser visible desde la Tierra y no volverá a acercarse hasta 2028. Sin embargo, el telescopio James Webb de la NASA, ubicado en el espacio, tiene la capacidad de estudiar esta roca en detalle a través de observaciones en el espectro infrarrojo. Esto permitirá obtener información más precisa sobre su tamaño y características, algo que es fundamental dado que el tamaño del asteroide puede variar significativamente dependiendo de la cantidad de luz que refleje.
A medida que se continúan recopilando datos, el seguimiento de 2024 YR4 será esencial no solo para entender mejor esta roca espacial, sino también para asegurar la protección de nuestro planeta ante amenazas futuras.