El primer impacto del nuevo movimiento del Gobierno nacional se sintió de lleno en los mercados. Luego de que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) confirmara cambios clave en el esquema de bandas cambiarias, el riesgo país mostró una caída significativa y perforó el umbral de los 600 puntos básicos, mientras los bonos soberanos y las acciones argentinas cerraron la jornada con números en verde.
Al cierre de la rueda, el indicador que mide la percepción de riesgo sobre la deuda argentina descendió hasta los 594 puntos básicos, lo que representó una baja cercana al 5% respecto del viernes anterior. Durante la tarde, el índice se había mantenido en torno a los 602 puntos, pero la tendencia terminó consolidándose hacia el final del día, reflejando una mejora en el humor de los inversores tras el anuncio oficial.
La reducción del riesgo país no fue un dato aislado. Funcionó como espejo del repunte de los bonos soberanos, que mostraron subas de hasta casi 3% en algunos tramos de la curva. La mejora en los precios de los títulos públicos evidenció una mayor demanda por activos argentinos, en un contexto donde el mercado sigue de cerca cada definición vinculada a la política monetaria, cambiaria y fiscal.
En paralelo, las acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street acompañaron el clima positivo. El sector financiero encabezó las subas, con avances destacados en papeles bancarios, que registraron incrementos de entre uno y tres puntos porcentuales. El rebote se dio luego de varias jornadas de cautela, marcadas por la expectativa en torno a las decisiones del equipo económico y su impacto sobre la estabilidad macroeconómica.
El eje central del anuncio estuvo en el nuevo esquema de actualización de las bandas de flotación cambiaria. Desde la autoridad monetaria informaron que, a partir del 1 de enero de 2026, tanto el techo como el piso de la banda evolucionarán mes a mes de acuerdo al último dato de inflación informado por el Indec. La medida busca dotar de mayor previsibilidad al mercado cambiario, alineando el ritmo de ajuste con la dinámica inflacionaria.
Este cambio fue leído por los operadores como una señal de ordenamiento y de compromiso con reglas más claras. En un escenario donde la inflación sigue siendo una de las principales preocupaciones de la economía argentina, la decisión apunta a reducir la incertidumbre y a evitar saltos bruscos en el tipo de cambio oficial, una variable clave para la formación de precios y las decisiones de inversión.
Además del nuevo criterio para las bandas cambiarias, el Banco Central adelantó que avanzará con un plan destinado a fortalecer las reservas internacionales. La estrategia estará atada a la evolución de la demanda de dinero y a la liquidez existente en el mercado cambiario, en el marco del proceso de remonetización que impulsa el Gobierno.
El objetivo declarado es elevar la base monetaria desde el actual 4,2% del Producto Bruto Interno hasta el 4,8% hacia fin de año. Para alcanzar esa meta, la autoridad monetaria necesitaría concretar compras de divisas por un monto cercano a los 10.000 millones de dólares, siempre condicionadas a los flujos que genere la balanza de pagos. Se trata de una apuesta ambiciosa, que el mercado seguirá de cerca, especialmente en un contexto de restricciones externas y necesidad de consolidar la estabilidad financiera.
La reacción positiva de los mercados también se explica por la expectativa de que una mayor acumulación de reservas contribuya a reducir los riesgos asociados a la deuda y a mejorar la capacidad del país para cumplir con sus compromisos. En ese sentido, la baja del riesgo país es interpretada como una señal preliminar de confianza, aunque todavía en niveles elevados en comparación con otros países de la región.
Desde el interior del país, y particularmente en provincias como Salta, estos movimientos no pasan desapercibidos. La estabilidad cambiaria y financiera tiene impacto directo en las economías regionales, en sectores como el agro, la minería y las actividades vinculadas a la exportación, que dependen de reglas claras y previsibilidad para planificar inversiones y sostener el empleo. Una mejora en el clima financiero nacional puede traducirse, con el tiempo, en mejores condiciones de acceso al crédito y en mayor dinamismo económico.
De todos modos, el escenario sigue siendo delicado. Si bien la respuesta del mercado fue favorable, los analistas coinciden en que el desafío pasa por sostener estas señales en el tiempo. La consistencia entre la política monetaria, fiscal y cambiaria será determinante para consolidar la baja del riesgo país y para que los activos argentinos logren una recuperación más sólida y duradera.
En el corto plazo, el foco estará puesto en la evolución de la inflación, en el comportamiento del dólar dentro de las bandas y en la capacidad del Banco Central para sumar reservas sin generar desequilibrios adicionales. Cada dato y cada decisión serán evaluados con lupa por un mercado que, aunque reaccionó positivamente, todavía se mueve con cautela.
Por ahora, el anuncio logró su primer objetivo: enviar una señal clara y provocar una respuesta inmediata. La caída del riesgo país, el repunte de los bonos y la suba de las acciones marcan un punto a favor para el Gobierno en su intento de ordenar la macroeconomía. El desafío, como tantas veces en la Argentina, será transformar este alivio financiero en un proceso sostenido que llegue también a la economía real, desde los grandes centros urbanos hasta las provincias del norte como Salta.