La inflación volvió a marcar el pulso económico de la Argentina, que registró en noviembre un incremento del 2,5% según los datos oficiales. Con este número, el país se ubicó otra vez entre los que muestran mayores aumentos mensuales en América Latina, una situación que alimenta el debate sobre el costo de vida, el poder adquisitivo y las perspectivas hacia fin de año.
En el acumulado de 2025, el avance de los precios ya alcanza el 27,9%, mientras que la variación interanual trepa al 31,4%. Ambos indicadores consolidan a la economía argentina dentro del pequeño grupo de naciones que todavía lidian con niveles inflacionarios de dos dígitos en la región. Es un fenómeno que no solo afecta al consumo cotidiano, sino también a las decisiones de inversión, la actividad productiva y las expectativas de la población.
Este comportamiento se da en un contexto en el que la mayoría de los países latinoamericanos muestran escenarios relativamente más estables. Mientras la Argentina pelea por frenar la tendencia alcista, gran parte de la región logró contener las subas, aunque cada economía atraviesa sus propios desafíos y realidades internas.
El país que permanece fuera de toda comparación estándar es Venezuela. Aunque no se conocen datos actualizados de noviembre —debido a la falta de difusión oficial reciente—, el último registro disponible, correspondiente a mayo, marcó un salto del 18,4%. Es un dato que, si bien quedó rezagado en el tiempo, continúa reflejando el proceso inflacionario más severo de América Latina, caracterizado por largos años de inestabilidad y dificultades estadísticas.
En contraste, Bolivia mostró una variación mucho más moderada: 0,40% en noviembre. Aun así, su acumulado anual asciende a 19,69%, mientras que la cifra interanual se ubica en 20,96%. Estos números la colocan como una de las pocas economías de la región que, junto con la Argentina, mantienen un nivel de inflación de dos dígitos de manera persistente.
La situación se vuelve bastante diferente cuando se observa lo que ocurre en el Cono Sur. Uruguay registró un aumento mensual de apenas 0,14%, con un acumulado anual de 3,74% y una inflación interanual del 4,09%. Estos valores se alinean con una tendencia de relativa estabilidad que el país viene sosteniendo desde hace tiempo, pese a los desafíos propios de toda economía pequeña y abierta.
Brasil, la potencia económica regional, también mostró un resultado moderado. Con un avance mensual del 0,20%, el índice interanual se ubicó en 4,50%. Este desempeño refleja un escenario más previsible, donde la política monetaria relativamente restrictiva y la dinámica interna lograron sostener un margen de control en los precios.
Chile, uno de los países históricamente más estables en materia inflacionaria, registró un 0,3% en noviembre. El acumulado en lo que va del año asciende a 3,7%, mientras que la variación de los últimos 12 meses quedó en 3,4%. Si bien no está exento de tensiones económicas, mantiene una inflación cercana a los niveles que muchos países de la región consideran deseables para impulsar el crecimiento sin deteriorar el consumo.
Paraguay también se ubicó dentro de los registros más bajos: 0,2% en noviembre, 3,4% en el acumulado anual y 4,1% interanual. Su estabilidad viene siendo observada de cerca por economistas y analistas, dado que su desempeño suele contrastar con el de sus países limítrofes.
Colombia, por su parte, presentó el aumento mensual más bajo de toda la región entre los países con inflación positiva. Con apenas 0,077% de variación en noviembre, acumula un 4,82% en lo que va del año y un 5,30% interanual. El país cafetero viene mostrando una tendencia descendente en su índice de precios, apoyada en una política monetaria activa y en una recuperación gradual de sectores clave.
El caso más particular del mes fue Ecuador, que se destacó como el único país en registrar deflación. La caída del 0,44% en noviembre sorprendió a parte del mercado regional, aunque la dinámica anual sigue marcando un aumento del 1,05% y un 2,06% en el acumulado desde enero. La dolarización sigue siendo un factor determinante en la evolución de los precios, otorgando un marco de estabilidad que contrasta con la realidad de otras economías más expuestas a la volatilidad cambiaria.
El panorama latinoamericano confirma así la diversidad de escenarios inflacionarios. Mientras muchas naciones lograron sostener niveles de entre el 3% y el 5% anual, la Argentina continúa enfrentando un ritmo de aumentos que condiciona las decisiones económicas. Este diferencial no solo se traduce en dificultades internas, sino también en desafíos competitivos frente a sus socios comerciales.
En el territorio nacional, cada dato mensual se traduce en discusiones sobre el poder adquisitivo, los acuerdos de precios, los costos empresariales y las posibilidades de que el año cierre con cierto alivio. Con noviembre ya computado, las expectativas se centran en el comportamiento de diciembre, tradicionalmente un mes con mayor movimiento económico y presiones sobre los precios.
Mirando el mapa completo, América Latina encara el cierre del año con un cuadro mixto: estabilidad en buena parte de los países, tensiones en otros y desafíos comunes vinculados al costo de vida, el empleo y la recuperación económica. Para la Argentina, el desafío sigue siendo doble: contener la inflación y recomponer la confianza en un contexto donde cada variación mensual se siente en la economía diaria.
Con un 2025 que se acerca a su final, la comparación regional vuelve a servir como termómetro para entender dónde se ubica el país y qué camino tienen por delante los gobiernos que buscan equilibrar sus cuentas sin afectar el bolsillo de su ciudadanía. En ese sentido, noviembre dejó un mensaje claro: la lucha contra la inflación continúa siendo una de las tareas centrales para la economía argentina.