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Cuidados alimentarios

Hasta cuándo se pueden guardar las sobras de Navidad en la heladera

Después de la cena de Nochebuena, conservar correctamente los alimentos es clave para evitar intoxicaciones y aprovecharlos sin riesgos en los días siguientes.

Hasta cuándo se pueden guardar las sobras de Navidad en la heladera

El día después de Navidad suele encontrar heladeras llenas de restos de la cena familiar: carnes asadas, ensaladas, salsas, postres y todo tipo de preparaciones típicas de las fiestas. Aunque la tentación de volver a disfrutar esos platos es grande, no todo puede guardarse indefinidamente. El tiempo de conservación y la forma de almacenamiento son determinantes para cuidar la salud y evitar problemas gastrointestinales.

La regla principal es clara: cuanto antes se enfríen y se refrigeren las sobras, menor será el riesgo. Las bacterias que provocan enfermedades transmitidas por los alimentos se desarrollan con rapidez cuando las comidas permanecen durante mucho tiempo a temperatura ambiente, especialmente en días de calor intenso, frecuentes en esta época del año en gran parte de Argentina.

Por eso, una vez que los platos cocidos se enfrían, deben ir directamente a la heladera. No es recomendable dejarlos sobre la mesa “para más tarde”, ya que entre los 4 y los 60 grados se genera el ambiente ideal para la proliferación de microorganismos peligrosos. Mantener el refrigerador a una temperatura igual o inferior a 4 grados ayuda a frenar ese proceso.

El cuidado es aún mayor cuando se trata de alimentos perecederos como carnes, pescados, rellenos, mayonesas o cremas. En contextos de altas temperaturas, las sobras no deberían permanecer más de una hora fuera del frío. De lo contrario, aumentan las probabilidades de contaminación, incluso aunque luego se recalienten.

Las intoxicaciones alimentarias más comunes pueden provocar síntomas como diarrea, vómitos, dolor abdominal y fiebre. En niños pequeños, personas mayores o quienes tienen defensas bajas, estos cuadros pueden agravarse. Además, no siempre los alimentos en mal estado presentan olor o sabor desagradable, por lo que confiar solo en la apariencia no es suficiente.

Otro punto clave es la higiene al manipular las sobras. Usar utensilios limpios, evitar el contacto entre alimentos crudos y cocidos, y lavarse bien las manos antes de guardar o recalentar comidas reduce el riesgo de contaminación cruzada. Si alguien presenta síntomas digestivos, lo más prudente es que no manipule alimentos para otras personas.

En cuanto al tiempo de conservación, existe una referencia general válida para la mayoría de los hogares: las sobras pueden mantenerse en la heladera entre tres y cuatro días. Pasado ese plazo, el riesgo de desarrollar bacterias peligrosas aumenta considerablemente, aunque el alimento parezca estar en buen estado.

Las carnes cocidas, guisos, rellenos y preparaciones calientes suelen durar entre dos y cuatro días bien refrigerados. Las ensaladas ya condimentadas, especialmente las que contienen mayonesa, huevo o crema, son más delicadas y conviene consumirlas dentro de las primeras 24 horas. Los postres con crema o rellenos frescos también requieren especial atención.

Si se sabe de antemano que no se van a consumir las sobras dentro de ese período, lo más recomendable es congelarlas. El freezer permite extender la vida útil de muchos platos hasta tres meses, aunque el mejor sabor y textura se conservan durante las primeras semanas. Para que el congelado sea efectivo, los alimentos deben estar bien protegidos del aire y la humedad.

Al recalentar las sobras, es importante que alcancen una temperatura interna elevada y pareja. La comida debe calentarse por completo, removiéndola para evitar zonas frías donde puedan sobrevivir bacterias. No se aconseja recalentar lentamente, ya que ese proceso favorece el desarrollo microbiano.

El modo de guardado también influye directamente en la conservación. Dividir las comidas en porciones pequeñas facilita el enfriamiento rápido y evita recalentar más de lo necesario. Los recipientes herméticos son la mejor opción, ya que reducen el contacto con el aire y previenen la contaminación cruzada dentro de la heladera.

Usar envases transparentes ayuda a identificar rápidamente qué hay guardado y cuándo fue preparado. En el caso de las bolsas plásticas aptas para alimentos, conviene retirar la mayor cantidad de aire posible antes de cerrarlas. Además, no se recomienda sobrecargar la heladera, ya que el frío debe circular correctamente para mantener una temperatura uniforme.

Si las sobras se congelan, es fundamental rotular los recipientes con la fecha. Este simple hábito evita confusiones y ayuda a respetar los tiempos seguros de consumo. Para descongelar, lo ideal es pasar el alimento del freezer a la heladera con anticipación, usar el microondas o sumergir el envase cerrado en agua fría.

Nunca se deben descongelar alimentos a temperatura ambiente. Ese método expone la comida durante demasiado tiempo a condiciones favorables para el crecimiento de bacterias, incluso antes de llegar al momento del recalentado.

En las fiestas, disfrutar de lo que quedó de la mesa navideña es parte de la tradición. Pero hacerlo de manera segura depende de pequeños cuidados cotidianos: frío a tiempo, limpieza, envases adecuados y respeto por los plazos. Cuando hay dudas, la recomendación es siempre la misma: descartar el alimento. En cuestiones de salud, prevenir sigue siendo la mejor decisión.


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