Originarios de Suiza y muy populares en la cocina centroeuropea, los Knöpfli son una de esas recetas simples que sorprenden desde el primer bocado. Con una preparación sencilla y pocos ingredientes, estos ñoquis se ganaron un lugar especial en la mesa gracias a su textura suave y permiten innovar sin salir del todo de lo clásico y cotidiano.
Su gran ventaja es la versatilidad, ya que pueden servirse como plato principal, acompañar carnes, o combinarse con quesos, manteca y salsas cremosas. La receta se adapta a todo y permite jugar con distintos sabores, convirtiéndose en una opción reconfortante y fácil de preparar para quienes buscan sorprender a sus seres queridos sin gastar de más.
¿Cómo preparar los “Knopflis” y conquistar el paladar de los invitados?
Los Knöpfli tienen su origen en las regiones de Suiza, especialmente en los cantones de Aargau y Zug, donde son un clásico en la gastronomía local. Tradicionalmente, se preparaban como una comida sencilla para las familias suizas, aprovechando ingredientes básicos como harina, huevo y agua, y eran una forma económica de alimentar a grandes grupos.
Ingredientes:
- 250 gramos harina común 000
- 2 huevos
- 120 ml de leche
- 1 pizca de sal
- Nuez moscada (opcional)
- Manteca, cantidad necesaria
- Queso rallado a gusto
Preparación:
-Arrancá poniendo la harina en un bowl grande y agregá la sal. Sumá los huevos y la leche de a poco, mezclando con cuchara o espátula hasta lograr una masa espesa y pegajosa, más blanda que la de los ñoquis clásicos. No hace falta amasar, la idea es que quede una mezcla húmeda, que caiga pesada de la cuchara. Si está muy dura, agregá un chorrito más de leche.
-Llevá una olla grande con agua y sal a hervor fuerte. Cuando esté burbujeando, apoyá un colador de agujeros grandes o una tabla sobre la olla y dejá caer la masa empujándola con una espátula o cuchara, formando pequeños bocaditos. También podés cortarlos con cuchillo directamente desde el bowl. Cuando los Knöpfli suban a la superficie, dejalos un minuto más y retiralos con espumadera.
-Una vez cocidos, pasalos a una sartén grande con manteca derretida y saltealos apenas para que se doren un poco. Ahí mismo podés agregar queso rallado y mezclar hasta que se funda. Se sirven bien calientes, solos o como acompañamiento de carnes, salchichas, pollo o verduras salteadas. Son simples, reconfortantes y perfectos para una comida casera distinta sin complicarse demasiado, ideal para incorporarlos en festejos o hasta comidas diarias.